70 aniversario de la fundación de la ONU

Un balance de Naciones Unidas

Es difícil defender que sin la ONU el mundo actual sería mejor, más tranquilo, más pacífico

PERE VILANOVA

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Año de aniversarios este 2015. Cuando apenas se han apagado las polémicas relativas al final de la segunda guerra mundial, llegan nuevos aniversarios. Ahora, el de los 70 años de Naciones Unidas (ONU), y si se trata de hacer balance, es realmente complejo el intento. La primera precaución tiene que ver con una cuestión que se suele perder de vista. No es razonable hacer juicios de valor sobre la acción de la ONU a lo largo de siete décadas solo desde la coyuntura actual. Es indispensable introducir en el balance la coyuntura de 1945, el momento del fin de la guerra mundial, en la que el mundo se había dejado más de 50 millones de víctimas. Lo cierto es que hubo en su momento una especie de consenso sobre qué hacer y sobre todo qué no volver a hacer en relación a aquél mundo por construir.

Un consenso muy tenso entre los vencedores, cierto, porque la guerra fría aún no había nacido en el verano de 1945, y sin embargo los últimos meses de la guerra ya mostraron serios desencuentros entre la URSS y el resto de aliados occidentales. Por ejemplo en relación a la toma de Berlín, episodio iconográfico y dramático donde los haya. Quien esté interesado en conocer con todo detalle este episodio debe leer Berlín del historiador Anthony Beevor. A la vez es interesante notar que el germen de la ONU se fue incubando durante la guerra, desde fecha tan temprana como 1941, en las primeras conferencias interaliadas, y el 1 de enero de 1942 ya se firma un documento llamado Declaración de las Naciones Unidas.

Movimientos de liberación

El estallido de la guerra fría en febrero de 1947, demostró que dicho consenso no era tan sólido como parecía. Sobrevivir a las cuatro décadas largas de guerra fría es, por sí solo, el mayor logro de la ONU, y pone de relieve (desde nuestra mirada de 2015) a la vez la necesidad de una organización global como la que describe la Carta fundacional, como sus limitaciones estructurales. Si la ONU no pudo evitar o neutralizar el enfrentamiento bipolar entre dos bloques con una potencia y capacidad destructiva nunca vistas, en ocasiones pudo contribuir a limitar los daños. ¿Alguien cree de verdad que sin dicho foro de discusión y negociación la crisis de los misiles de Cuba de octubre-noviembre de 1962 se hubiese resuelto mejor? Hay muchos otros ejemplos, entre los que resulta imposible no citar la descolonización. Hay que recordar que en el momento de la firma de la Carta y de su entrada en vigor (hoy hace 70 años), 51 estados formaban parte de la organización. Todos los estados del planeta o casi, y entre los que no estaba España, que fue vetada hasta 1955 por su proximidad directa con los regímenes de Hitler y Mussolini. Pues bien, tres décadas más tarde, con la independencia de las colonias portuguesas, el número de estados se había triplicado, y hubo de modificar la composición del Consejo de Seguridad para pasar de 10 a 15 miembros. El papel de la ONU en la descolonización fue determinante, y no porque se ordenase desde el Consejo de Seguridad, sino porque la Asamblea General fue dando carta de legitimidad a los movimientos de liberación que se desarrollaban imparables en los imperios coloniales de Reino Unido, Francia, Bélgica, Portugal, Holanda, incluso España (con los casos de Guinea Ecuatorial, Ifni, y Sáhara Occidental, este último mal resuelto en 1975). En muchos casos se produjeron largas guerras con terribles secuelas, en Vietnam, Laos, Camboya, Argelia, Angola, Mozambique, Congo, y las potencias coloniales llamaban a los grupos insurrectos "terroristas", por supuesto. Pero la ONU decidió llamarles "movimientos de liberación nacional" y legitimarlos mediante la declaración 1514 de la Asamblea General. La ONU también ha sido una estructura de acogida de muchos otros estados nuevos, surgidos no de la descolonización, sino de la fragmentación, partición o estallido de entidades estatales anteriores, entre las que destaca (el tamaño sí importa) la URSS, de la que salieron 15 estados, Yugoslavia u otros.

Le quedan muchos retos, que de momento parecen insuperables. Desde el cuestionamiento del estatuto de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y su denominado "derecho de veto", hasta como reequilibrar peso en los mecanismos de decisión, de representación y de presupuesto. Es cierto que en 1995 y en 2005, con motivo del 50 y el 60 aniversario, hubo significativos movimientos para plantear la necesaria reforma de una organización hoy atascada, por ejemplo, en la Responsabilidad de Proteger, el empleo del Capítulo VII sobre el uso de la fuerza en conflictos armados, o cómo rehabilitar el maltratado Derecho Internacional Humanitario. El balance es polémico, pero a la vista de lo que pasó entre las dos guerras mundiales con la Sociedad de Naciones, es difícil defender que sin Naciones Unidas el mundo actual sería mejor, más tranquilo, más pacífico.

Catedrático de Derecho Constitucional (UB)