UN PROCESO DE RECONCILIACIÓN HISTÓRICO

El último escollo para poner fin al embargo a Cuba

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RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Carolyn Chester tenía solo unos meses cuando los barbudos de Fidel Castro tomaron La Habana en 1959. «Mi familia lo perdió todo, fue un episodio traumático», cuenta por teléfono desde California, donde está de vacaciones. Su padre había sido uno de los hombres de confianza del dictador Fulgencio Batista. Tras hacer carrera como periodista en Associated Press y CBS Radio, trabajó como relaciones públicas para el Gobierno de Batista. Escribió algunos de sus discursos y hasta una biografía autorizada. Pero cuando la Revolución empezó a confiscar propiedades en la isla, los primeros en pagar fueron las gentes vinculadas al antiguo régimen. En solo unos meses, el mundo de los Chester había dejado de existir.

Durante los dos próximos dos años, su familia perdió también la finca de 32 hectáreas que tenía en la Isla de los Pinos, unas acciones de la compañía telefónica valoradas en 250.000 dólares y un Buick como esos que todavía se ven en las baqueteadas carreteras cubanas. «Mi padre tuvo que empezar de nuevo en EEUU, pero nunca se deshizo del miedo. Estaba paranoico, temía por su vida». La historia de los Chester es la historia de otros casi 6.000 estadounidenses, desde grandes empresas que dominaban la economía de la isla a pequeños ahorradores. Sus fábricas, minas, tierras o acciones fueron nacionalizadas por decreto en octubre de 1960, una medida a la que Washington acabó respondiendo con el embargo comercial y financiero todavía vigente.

EL EMBARGO

En plenas negociaciones para restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países, el presidente Barack Obama ha pedido al Congreso que levante el embargo, pero no podrá hacerlo hasta que se resuelva el asunto de las reparaciones, una de las condiciones que impuso en 1996 la ley Helms-Burton para levantar el bloqueo. En el momento de la expropiación, su valor se estimó en 1.800 millones de dólares, pero actualmente rozaría los 8.000 millones.

«La mayoría de reclamaciones son por propiedad personal y deudas que no superan los 20.000 dólares», asegura el abogado Mauricio Tamargo, quien presidió durante nueve años la Comisión de Liquidación de Reclamaciones Extranjeras, la agencia federal dedicada a recuperar las propiedades confiscadas a los ciudadanos de EEUU fuera del país. «Muchos estadounidenses invirtieron en Cuba, y perdieron sus acciones y bonos. También hay cuentas bancarias y servicios impagados a empresas».

LA LISTA

En la lista de 5.923 reclamaciones, aparecen asimismo grandes corporaciones como Coca-Cola, a la que se confiscó una planta de embotellamiento, la petrolera Standard Oil o los gigantes agroalimentarios United Fruit American Sugar Company. La que más perdió fue la Cuban Electric Company, de propiedad estadounidense, 267 millones de dólares.

A lo largo de los años, Cuba ha compensado a otros países como Alemania, Suiza o Canadá por los activos expropiados a sus conciudadanos durante las etapas de transición hacia un modelo comunista sin propiedad privada. Pero hay dudas de que Cuba, que reclama a EEUU más dinero del que le debe por el impacto del embargo, tenga fondos suficientes pagar pagar, teniendo en cuenta que su Producto Interior Bruto ronda los 68.000 millones de dólares. Un estudio de la Universidad de Creighton (Nebraska) avirtió hace unos años que no se debería esperar más de tres centavos por cada dólar en una eventual compensación.

«No hay ninguna prueba de que Cuba tenga dinero para pagar», dice a este diario Michael Kelly, uno de los autores del informe. «Lo que podría hacer es pedir préstamos al Banco Mundial o al FMI o dar algún tipo de ventajas a las compañías que estén interesadas en volver a hacer negocios en la isla». De la más de una veintena de países a los que EEUU ha reclamado reparaciones, Cuba es el único que no ha devuelto nada, según Tamargo, el expresidente de la comisión dedicada a formularlas. Vietnam, por ejemplo, pagó el 100% del principal más intereses. Rumania, solo el 38%.

Pero la factura no se acaba aquí porque el régimen castrista también expropió a docenas miles de cubanos, muchos de los cuales acabaron emigrando a EEUU y son hoy ciudadanos de pleno derecho. Sus reclamaciones, sin embargo, no están protegidas por el derecho internacional ni forman parte de la lista reconocida por Washington.

Son historias como la de Tania Mastrapa. A su familia le confiscaron restaurantes, apartamentos, una finca ganadera y cuentas bancarias antes de emigrar a Miami. «Puede que las reclamaciones de los que eran estadounidenses en 1959 se resuelvan a cambio de una cantidad simbólica para levantar el embargo, pero a los exiliados y los que viven en Cuba no les darán nada a menos que caiga el régimen», dice esta abogada que se dedica precisamente a los litigios internacionales.

El tema de la reparaciones ha aparecido en las conversaciones con el Gobierno cubano, pero según diversas fuentes, no se empezará a abordar seriamente hasta que se reabran las embajadas y tome cuerpo la normalización de las relaciones.