AL CONTRATAQUE

La última lección del Capde

La grandeza de Carles Capdevila se comprobó en su despedida viendo a la gente tan diversa que reunió

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JORDI ÉVOLE

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Todo va muy rápido. Llego a casa el sábado a medianoche para leer las primeras crónicas sobre la duodécima duodécimaChampions del Madrid (felicidades madridistas de parte de un culé abrumado por vuestra colección) y la noticia ya no ocupaba el primer lugar de las webs de los principales periódicos. Otro atropello con una furgoneta en el London BridgeLondon Bridge.

A los pocos minutos, circulaban por las redes las recomendaciones que daba a sus ciudadanos la policía de Londres. En letras enormes, se podía leer en el cartel: "RUN. HIDE. TELL" (Corre. Escóndete. Avisa). Toda una declaración de principios de hasta qué punto el terrorismo nos tiene completamente acojonados. No digo que no sean esas unas buenas recomendaciones, quizá sí, aunque igual causan más alarma que otra cosa. Y ojo, yo también correría, me escondería y llamaría. Hasta por instinto. Pero el cartel es el síntoma de que vivimos la década del miedo (o el siglo, si nos remontamos al atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, en el 2001). 

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Esa misma noche, antes de la final de la Champions, en una plaza de Turín abarrotada para ver el partido en pantalla gigante, un petardo que algunos confundieron con un ataque terrorista provocó una estampida con varios heridos. El miedo va ganando el partido.

DESPEDIDA EMOTIVA

Todo va muy rápido. Y les reconozco que escribo todo esto, mientras tengo la cabeza en otro lado. Vengo muy emocionado de la despedida que le han dedicado a Carles Capdevila en su pueblo, Hostalets de Balenyà. Me he emocionado con algunas de sus canciones favoritas ('Hallelujah', 'I will survive', 'Always look on the bright side of life'), me he emocionado con su gente, con sus amigos, con sus compañeros, y sobre todo con su familia.

Hace muchos años me harté de regalar su libro 'Criatura i companyia', y de ver su programa 'Eduqueu les criatures', y hay que reconocerle a Carles (y a Eva) que educaron, y muy bien, a las suyas, porque las palabras de sus hijos en su despedida han tenido un nivel de ternura, sinceridad, humor, inteligencia y emoción que llevaban denominación de origen Capdevila. Y las de su mujer, la escritora Eva Piquer, han sido todo una declaración de amor, recordando que “la tarde más triste del mundo”, ya en el hospital, Carles le dijo “estigues per mi aquesta tarda”. Y todos nos hemos imaginado al Capde diciéndoselo. Y a todos se nos han humedecido los ojos.

LO QUE SEA MENOS CARDIFF

La despedida de Capdevila ha sido la despedida que todos querríamos tener. Con sonrisas, con lágrimas, y comprobando su grandeza viendo a la gente tan diversa que ha reunido. Ha sido su última lección. Ah, y por si alguno de ustedes se encuentra con Carles, donde sea: cuéntele todo lo que quiera, pero no hace falta que le explique lo que pasó en el partido de Cardiff. Gracias.