Ucrania, en deuda con Putin

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ROSA MASSAGUÉ

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Con la firma del acuerdo de asociación con la Unión Europea el 27 de junio, Ucrania ha vuelto al punto que quedó congelado hace siete meses cuando el chalaneo entre Bruselas y Moscú del anterior presidente, Víctor Yanukóvich, le llevó a preferir la Unión Aduanera que le ofrecía Vladimir Putin.

En estos meses ha habido grandes e inesperados acontecimientos en el país que consiguió su independencia en 1991. Muchos son negativos, pero también muchos positivos y son estos las que marcarán el futuro del país.

Hubo primero una protesta en favor de la asociación con la UE, el Euromaidán, convertida poco después en una revuelta contra el régimen. La protesta no cejó hasta conseguir el cambio no sin que antes el poder diera sus últimos coletazos usando la violencia contra los manifestantes. Después vino la reacción de Moscú con la fuerte presencia militar en la frontera, el levantamiento armado contra Kiev en varias zonas del este y el sur fronterizas con Rusia, y la violación de la integridad de Ucrania con la anexión por parte de Rusia de la península de Crimea contraria a todo derecho internacional. Este es el resumido balance de lo negativo.

En el otro plato de la balanza Ucrania ha conseguido dar amplia legitimidad al presidente Petro Poroshenko, que resultó elegido el 25 de mayo con el 54,7% de los votos (y una participación superior al 60%) haciendo innecesaria una segunda vuelta. Y lo que también es importante, el candidato obtuvo la mayoria en casi todas las regiones, excepción hecha de las autoproclamadas repúblicas independientes en el este y sur donde en muchos puntos ni se votó. 

En contra de sus intenciones, la interferencia de Rusia en Ucrania ha tenido otras consecuencias enormemente positivas. Si los ucranianos dudaban de su vocación europea, si mantenían una postura ambivalente entre Bruselas y Moscú, la actitud de Putin les ha empujado hacia Europa, ha transformado a un país que dudaba sobre su identidad europea.

Alexander J. Motyl, profesor de la Rutgers University (New Jersey), uno de los mayores expertos en Rusia, asegura que el pasado octubre Putin tenía a Ucrania. Ahora la ha perdido y lo ha hecho de una forma irrevocable y permanente. Andrey Makarychev, de la Universidad de Tartu (Estonia), compartía esta opinión en Barcelona, en un encuentro organizado por Cidob.

Ambos, desde sus observatorios tan alejados geográficamente, también coinciden en la ignorancia que Putin manifiesta acerca de su vecino. Según Makarychev, el Kremlin hace una traslación literal del nombre de Ucrania, que significa territorio fronterizo, y considera que aquel país no es más que "un intersticio", un territorio en medio de dos entidades "incapaz de un desarrollo autónomo e independiente". 

Diplomáticos, académicos y expertos consultados en Kiev durante una visita organizada por la OTAN también coinciden en otra consecuencia de la interferencia de Putin. La pertenencia a la Alianza Atlántica no era considerada una necesidad ni gozaba de popularidad entre las elites o en la sociedad en general. Hoy esta percepción ha cambiado radicalmente.

Los ucranianos sienten ahora que necesitan un paraguas defensivo que les proteja de posibles agresiones rusas. No se trata de pedir el ingreso, pero sí de recabar su ayuda teniendo en cuenta que las fuerzas armadas de Kiev están cerca de la inutilidad. El presidente Víktor Yushchenko (2005-2010) había anunciado una reforma y modernización del Ejército que no fue puesta en práctica por Yanúkovich quien hizo todo lo contrario, dejar que fuera cayendo en la obsolescencia. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores se pide ahora "la máxima cooperación posible con la OTAN" y ayuda para formar un Ejército capaz.

También hay que agradecerle a Putin la aparición del activismo civil. Los participantes en la Revolución naranja (2004-2005) han aprendido la lección de aquellos acontecimientos. Una vez logrados los objetivos de aquel primer Maidan, los manifestantes que habían desafiado durante días todo dipo de inclemencias se fueron a sus casas contentos del éxito conseguido desentendiéndose de cómo los líderes políticos utilizaban aquel mandato popular. El resultado fue el desastre político. Ahora no se han ido y consieran lo ocurrido como una oportunidad para el cambio. Han nacido varias organizaciones que se han propuesto el control y la verificación de la actividad de los políticos en busca de una sociedad más democrática, más abierta.

El relanzamiento de la economía es un gran reto. Uno de los principales puntos del recién firmado acuerdo de asociación con la UE establece una zona de libre comercio de modo que el país podrá importar y exportar sin pagar aranceles. Pero Ucrania tiene otros desafíos como el establecimiento de la ley y el orden en el este y el sur del país. Como señalan fuentes diplomáticas, "estamos interesados en encontrar una solución, pero el genio ha salido de la lámpara".