Ubú, el poder

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Dirigido por Declan Donnellan, se ha representado en el Teatre Lliure, dentro de la programación del Festival Grec, una nueva lectura de un clásico que lo empezó a ser porque justamente se reía de los clásicos y porque llevaba el texto teatral hasta unos extremos de incorrección política inauditos en la Francia de finales del siglo XIX. Es Ubú rey, de Alfred Jarry, que ha sido escenificado miles de veces desde la inicial explosión en París en 1896.

Papá Ubú empieza la farsa con un «mierdra» histórico que hizo tambalear a la buena gente burguesa que asistía al estreno y que aún hoy resuena como una incorrección gramatical y como definición de lo que es, lo que representa y lo que provoca la tiranía. Ubú vive entre la mierda, se aprovecha y logra flotar -y ser rey- porque es en una ola de mierda donde cabalga con violencia desenfrenada hasta el caos.

Ubú rey es el ascenso del sinsentido al poder. Una vez allí, el descontrol es la norma; la ley es un juguete en manos de un loco. El montaje de Donnellan nos dice, sobre todo, que cualquier superficie amable, observada con la intensidad de quien no se traga las trampas de las apariencias, es una tierra donde anida el odio, la suciedad y la mueca. Con la perspectiva de los años convulsos que vivimos, el rey Ubú, irracional como la fuerza que exhibe, es de nuevo paradigma de la corrupción, del mal sin causa. Vuelve a ser un tirano descerebrado y peligroso. Como tantos que conocemos.