Más papistas que Puigdemont

A los guardianes de las esencias soberanistas les irritó el tono combativo de los ciudadanos en el 'Jo pregunto' de TV-3, del que el 'president' salió airoso

El 'president' Puigdemont, en el Teatre Conservatori de Manresa, en el programa de TV-3 'Jo pregunto'.

El 'president' Puigdemont, en el Teatre Conservatori de Manresa, en el programa de TV-3 'Jo pregunto'. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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Los críticos de televisión podrán desgranar reproches formales a TV-3 por la excesiva duración o la falta de ritmo del programa especial 'Jo pregunto' que, con Carles Puigdemont como protagonista, se emitió la noche del domingo. Pero en esta ocasión a la cadena pública catalana, diezmada por el déficit de financiación y cuestionada por la excesiva atención que presta al 'procés' soberanista, hay que reconocerle la audacia de intentar canalizar las inquietudes reales de los catalanes y servírselas en bandeja al 'president' de la Generalitat. Valentía que obtuvo recompensa, pues la emisión, de más de dos horas de duración, sentó ante el televisor a 429.000 espectadores y lideró la noche televisiva con un 16,3% de cuota de pantalla.

No era el 'Jo pregunto' un formato televisivo de producción sencilla, ni tampoco cómodo para quien se somete a las preguntas de los ciudadanos. Las experiencias anteriores, el 'J'ai une question à vous poser' de TF1 y el 'Tengo una pregunta para usted' de TVE, demuestran, como los encuentros con políticos que ha organizado la sección Entre Todos de EL PERIÓDICO, que son estos escenarios de elevado riesgo para el gobernante. El relato político oficial y la realidad social no siempre son coincidentes, máxime en tiempos de crisis, por lo que el choque entre ambos suele ser de alto voltaje.

Aun así, Puigdemont no solo demostró un buen manejo ante las cámaras y solvencia en la mayoría de las respuestas, sino que supo encajar con deportividad las cuestiones más espinosas que se le plantearon. Quizá contara a su favor con la experiencia que atesora como periodista, aunque difícilmente hubiera salido tan airoso del embate de no haber clavado los codos para estudiarse los temas a fondo. Conducta que tiene más mérito por cuanto el 'president' no acudió a TV-3 a construir su liderazgo político, dada su negativa a encabezar la candidatura del PDECat en las próximas elecciones autonómicas.

El 'establishment' periodístico ha menospreciado el programa porque se saldó sin grandes titulares informativos. Ni falta que hacía. A los medios de comunicación nos obsesiona la novedad, la declaración que marca un punto de inflexión en la dinámica política, pero lo que buscan los ciudadanos son soluciones para sus problemas. Algo que, pese a la empatía y el tono pedagógico de las respuestas, tampoco abundó.

ENOJO DEL 'STAR SYSTEM'

La noticia, por llamarla de algún modo, surgió en las redes sociales, donde los guardianes de las esencias del soberanismo censuraron la presencia entre los interpelantes de ciudadanos vinculados o con cargos de cierta responsabilidad en distintas asociaciones y partidos, algunas de ellas de izquierdas y otras de marcada línea antindependentista. Al 'star system' independentista, amamantado bajo la sombra de la vieja Convergència, le place festejar la futura República catalana mientras degusta paellas en la Costa Brava, pero le enoja que la televisión pública dé protagonismo a los verdaderos problemas de aquellos catalanes que no necesariamente comparten sus anhelos.

Siendo puntillosos, no hubiera estado de más que TV-3 consignara la filiación de los ciudadanos con cargos políticos y sectoriales, pese a que fueran votados por los 400 catalanes previamente seleccionados. Pero el contraste entre el talante abierto y dialogante de Puigdemont y el enojo de algunos 'hooligans' del soberanismo refleja que, también en el 'procés', los hay que son más papistas que el Papa.