Trump restaura la vieja política sin romper con Cuba

La antigua estrategia diplomática con el régimen cubano es un callejón sin salida que alejará a EEUU de América Latina

Trump, durante su discurso del viernes en Miami, ante los eufórico cubanos allí refugiados.

Trump, durante su discurso del viernes en Miami, ante los eufórico cubanos allí refugiados.

SUSANNE GRATIUS / ANNA AYUSO

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El teatro Artime en la Pequeña Habana de Miami fue el escenario para la puesta en escena de una estudiada actuación de Donald Trump para contentar a los sectores radicales de la oposición cubana. Como el propio presidente se encargó de enfatizar, cumplió lo que había prometido en uno de los últimos actos de la campaña en Miami a cambio del respaldo del senador Marco Rubio y el gobernador de Florida, Rick Scott. Ambos le precedieron en el uso de la palabra, igual que el vicepresidente Mike Pence, ante un fervoroso y recalcitrante exilio, con homenaje a la fallida invasión en <strong>Bahía de Cochinos de 1961</strong> incluido. El discurso empleado mostró que su posicionamiento sobre Cuba es sobre todo política doméstica y arremeter contra Castro todavía es popular en parte del electorado cubano. 

El calificativo de 'histórico' que se quiso dar a la resolución retrotrae al siglo pasado y no al futuro. Trump restauró la vieja política de fortalecer el embargo y retomar el condicionamiento de avances en las relaciones a la liberación de presos políticos y a la celebración de elecciones pluripartidistas. Retornó a una política de inferencia cuyo fracaso había reconocido Obama y que solo fortaleció al régimen y sirvió de excusa para retrasar cambios. El alcance de la nueva orden ejecutiva de Trump con la que quiso cancelar el acuerdo entre Obama y Castro, que calificó de capitulación frente a la tiranía, es aún incierto.

DIÁLOGO Y RESTRICCIONES

Según las encuestas, la mayoría de la población de EEUU y el exilio es contraria al embargo y favorable al diálogo. Trump no cortará las relaciones diplomáticas, las puertas de la embajada en Cuba seguirán abiertas y tampoco se revertirá el restablecimiento de las comunicaciones postales, aéreas y marítimas. Los viajes turísticos, aunque formalmente prohibidos, seguirán siendo posibles en grupo y entre familiares cubanos. Tampoco ha cancelado la derogación de la ley de<strong> 'pies secos, pies mojados'</strong> que favorecía la emigración irregular. El acento de las medidas restrictivas se pone en la prohibición de transacciones comerciales o financieras con los militares cubanos y, particularmente, el grupo GAESA que domina, entre otros muchos, el sector del turismo, que Trump conoce muy bien. Las restricciones al turismo individual perjudicaran a los cuentapropistas a los que dicen apoyar.

Un cambio radical hacia el 'estatu quo' hubiese sido impopular hasta dentro del partido Republicano, donde se escuchan voces críticas. También algunos estados y empresarios agrícolas, así como del sector tecnológico han hecho oír su oposición a una vuelta atrás. El distanciamiento con Cuba incluso es contrario a los intereses de seguridad nacional que Trump afirma defender, porque Cuba es un elemento esencial en la cooperación en la lucha contra el crimen organizado en el Caribe.

A pesar de un discurso maximalista contra el "comunismo brutal y represor", Trump eligió un camino intermedio que aboca al inmovilismo de la vieja política.  Con ello, se apropió del discurso de "libertad"” de George W. Bush y, en política exterior, los cambios en la relación con Cuba confirman la línea del neoconservadurismo frente a la estrategia de no interferencia que inicialmente prevaleció durante la campaña electoral. 

MODERACIÓN CUBANA

El Gobierno cubano reaccionó con moderación y pragmatismo al mantener la puerta abierta al diálogo "sin condiciones", en un momento en que se encuentra inmerso en el proceso de transición de poder de Raúl Castro a un sucesor previsto en el 2018. Para el presidente Trump, investigado por sus conexiones con Rusia y cuestionado por su respaldo a las monarquías absolutas de los emiratos, enarbolar por un día el discurso de adalid de la "libertad" fue un acto de autoreivindicación, pero también de cierto cinismo. Parece ser una vuelta de tuerca más en su empeño en destruir todo aquello que se relacione con el legado de Obama. Pero, como en otros temas, las cosas no son tan simples.  

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En primer lugar, la creciente debilidad presidencial le hace rehén de pactos complejos con numerosos sectores a contentar para sacar adelante propuestas. Pero además hay elementos externos que no podrá ignorar. Aunque el desmoronamiento económico y político de Venezuela hace más frágil al régimen cubano, en los últimos años se han ido reforzando toda una serie de relaciones con actores regionales y de fuera de la región que van a hacer imposible aislar a Cuba.

Entre ellos está la  política de compromiso constructivo de la Unión Europea que firmó un acuerdo de Diálogo Político y Cooperación con Cuba en diciembre del 2016, pero también están Canadá, China y Rusia, que no van a dejar vacíos por llenar. En la región, el vicepresidente Pence ha elegido para su próxima gira latinoamericana de agosto a países con gobiernos más afines (Colombia, Argentina, Chile y Panamá), pero no puede dar por sentado una adhesión incondicional. Los países de la región no comulgarán con una política injerencista unilateral. La vieja política es un callejón sin salida que alejará a EEUU de América Latina.