La tristeza del amor

RAMÓN DE ESPAÑA

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Un extraño azar ha hecho que me pasara la última semana sumergido de manera vicaria en el mundo de las relaciones sentimentales y su inevitable poso de tristeza. Cada noche me tragaba un par de episodios de la excelente y premiada serie The affair y luego reemprendía la lectura de La mujer de un solo hombre, dos ficciones creadas por mujeres -Sarah Treem en el primer caso; A.S.A. Harrison, fallecida poco antes de la publicación, en el segundo- que se movían en el mismo terreno y cuyas protagonistas eran personajes de una fuerza y una intensidad notables. Cada una a su manera, ambas historias cuentan lo mismo: el agotamiento moral de una mujer que no sabe a qué agarrarse para verle cierta lógica a la vida que lleva. En el caso del libro, se trata de una esposa que lleva años soportando en silencio las infidelidades del marido hasta que este deja embarazada a la hija de su mejor amigo y se ve prácticamente impelido al divorcio, momento en el que ella considera la posibilidad de matarlo. En el caso de la serie, nos topamos con una mujer de un pueblo de los Hamptons que no ha levantado cabeza desde que se ahogó su hijo de 4 años y cree atisbar la redención en un veraneante casado y con cuatro hijos que acaba de publicar una novela que no ha leído nadie.

Son historias sin buenos ni malos en las que al hombre, como en la vida real, le cae el papel de ingenuo dañino, de adolescente eterno que solo aspira a revivir los primeros meses de cualquier experiencia amorosa. Todos dan mucha lástima y remiten de manera inevitable a episodios personales del lector/espectador. La melancolía que desprenden ambos relatos es aterradora y permite albergar pocas esperanzas sobre ese concepto rayano en el oxímoron que conocemos como amor entre adultos. Acabé con la serie y el libro la misma noche y la cabeza me dio vueltas hasta las tantas. Creo que al final me quedé frito por culpa de una sobredosis de sentimientos.