Tres formas de ver un pontificado

La súbita beatificación de Karol Wojtyla a los seis años de su muerte no solo llenó la Santa Sede de fieles deseosos de asistir a un acontecimiento histórico que desde el punto de vista mediático compitió con la boda real británica, sino que ocupó mucho espacio en los medios de comunicación de todo el mundo.

Los editoriales de la prensa española reflejaban ayer el tradicional respeto con que siempre se tratan aquí los asuntos de la Iglesia, aunque algunos eran más analíticos que otros. El País lo definía ayer como «lo más parecido que ha tenido el Vaticano a una estrella mediática». Y uno de los aspectos que subrayaba era su vocación política -«habló con los poderosos como uno de ellos»-aunque, a pesar de reconocer que tenía la virtud de no «posternarse ante nadie», limitaba el peso de su influencia política: «Pero que tampoco se exagere diciendo que liquidó el comunismo soviético, porque este se destruyó por sí mismo». Y un apunte crítico respecto de la trascendencia de su papado. «Con su contagiosa personalidad mediática, pero su relativo descuido del cristianismo de base, llenaba más estadios que templos».

La Vanguardia se centraba en destacar, como hizo el actual Papa en su homilía, la figura de Juan Pablo II como el hombre del concilio Vaticano II, el del diálogo entre la Iglesia y la sociedad. También recordaba otras dos grandes aportaciones del beato: «Su colaboración al derrumbe del sistema comunista y al cambio de las coordenadas geoestratégicas del mundo». De las palabras pronunciadas el domingo por Benedicto XVI, el diario del Grupo Godó eligió estas: «Nos enseñó que no debíamos tener miedo a ser cristianos y a no tener miedo de la verdad, porque la verdad es la primera garantía de la libertad».ABC no recurría a citas para conducir los acontecimientos del fin de semana en Roma hacia la actualidad española. «La Iglesia ha mostrado una vez más su dimensión universal y su capacidad de convocatoria en contraste con la mezquindad de quienes desde ideologías trasnochadas alientan un laicismo radical». Una referencia del diario monárquico a las denuncias de la ultraderecha sobre los ataques que desde su punto de vista sufre la Iglesia en España, alentados por las izquierdas, con el PSOE a la cabeza.