Pequeño observatorio

El tren es un mundo de historias

Las estaciones de ferrocarril y metro son escenario de situaciones y diálogos surrealistas

La estación de Plaça de Sants del metro de Barcelona.

La estación de Plaça de Sants del metro de Barcelona. / periodico

JOSEP MARIA ESPINAS

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Mi editora me ha hecho llegar un librito que me enviaba Enric Ticó, presidente de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya. Es una recopilación de anécdotas vividas por los agentes de las estaciones, que se han encontrado con las situaciones más diversas e inesperadas. Como tener, por ejemplo, que ayudar a una señora a la que se le había trabado la cremallera de la chaqueta.

Recogeré aquí algunos hechos curiosos. Como el de la mujer que pregunta: «¿Las mujeres maquinistas van solo hasta Sarrià- Tibidabo o las dejan ir hasta Terrassa y Sabadell?». Y este otro: «Cuando faltaban tres minutos para que pasara el último tren en dirección a Manresa bajó un chico a preguntarme si podía pedir al maquinista que esperara cinco minutos hasta que llegara su primo». O bien: «Una clienta me pidió que el tren pasara más tarde porque tenía que ir al lavabo...». Y diálogos surrealistas. El viajero dice: «Buenos días. Quería un billete», «para dónde», le preguntan. Respuesta: «Y a usted qué le importa».

«A un señor mayor le dije que ya no había taquillas abiertas y que tenía que pedir el billete en la máquina amarilla. El buen hombre se dirigió a la máquina y le dijo: ‘quiero ir a la plaza Catalunya’».

Acariciar la máquina

Termino las referencias con un hecho que me parece triste y tierno a la vez. El agente de una estación informa a una cliente que para comprar el billete debería tocar la máquina de venta de la estación. Y entonces la señora va y acaricia la carcasa de la máquina...

Todo esto ocurre en los ferrocarriles y en el que llamamos «metro», una palabra que es el acortamiento de metrópoli, «ciudad principal de un territorio». Las redes de metro ya tienen, en algunos países, cientos de kilómetros de longitud. ¡Qué extraordinaria visión de lombrices!

Pienso también que sin la posibilidad del transporte subterráneo una parte de Barcelona podría quedar colapsada.