JÓVENES (SOBRE)SALIENTES

Un 'treball de recerca' en el Congreso de los Diputados

Víctor Catalán proyectó en bachillerato un tranvía parra unir Blanes, Palafolls y Lloret de Mar y la idea fue premiada por tres universidades

Víctor Catalán, de 21 años, estudiante de arquitectura superior en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

Víctor Catalán, de 21 años, estudiante de arquitectura superior en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). / periodico

Anna Pacheco y Andrea Gómez

Anna Pacheco y Andrea Gómez

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Un consejo (sobre)saliente: cuando tengas una cosa en la cabeza, lo último que tienes que hacer es resignarte y quedarte en casa. Tienes que luchar y luchar y hacer lo posible para conseguirla.

"Cuentan que construyeron una vía férrea de los Alpes entre Viena y Venecia antes de que existiera un tren que pudiera realizar el trayecto, aun así lo construyeron porque sabían que algún día llegaría el tren. Si hubiera tomado otro desvío, ahora estaría en otra parte y sería una persona distinta". ('Bajo el sol de la Toscana')

La historia de Victor Catalán va de trenes, personas y esfuerzo. Como la vía férrea de los Alpes que conecta Viena con Venecia, este joven estudiante de arquitectura de 20 años se propuso conectar su localidad, Blanes, con Palafolls y Lloret de Mar. Lo suyo no era un tren, era un tranvía. Pero tampoco él era un arquitecto. Y de no haberse atrevido, así, tan joven, probablemente él ahora sería una persona distinta.

Con 18 años, mientras unos sorteaban medio adormecidos el bachillerato y acababan el 'treball de recerca' (trabajo final) a base de 'copy-paste' de Wikipedia, otros se construían paso a paso su propio futuro. A Victor no le hizo falta aumentar el interlineado para incrementar las páginas o llenar de reflexiones estúpidas el ya-renegadísimo-estudio. El suyo ocupaba 250 páginas, tenía 40 planos y 11 kilómetros de plantilla. Casi al ritmo de un tren de alta velocidad, Victor trabajó durante dos años entre una y tres horas al día.

El Tramtordera era una respuesta, o bofetada, a la Generalitat, que había negado a Blanes la posibilidad de disponer de un tren ya que, tal y como lo planteaban, no era rentable. Él cambio ligeramente el recorrido, lo amplió a tres puntos más de la ciudad para así captar más usuarios y añadió otro destino, Lloret de Mar. ¿Resultado? Su plan podía funcionar. En la actualidad, está en discusión parlamentaria y pendiente de aprobarse en el Congreso. Repetimos: un 'treball de recerca' está a punto de aprobarse en el Congreso. Aunque la Generalitat se mostró más reticente, los tres ayuntamientos beneficiados miraban con ojos como platillos la posibilidad de mejorar sus comunicaciones gracias al ingenio de un chico de 18 años. El trabajo también fue premiado por la Universidad Internacional (UIC), la Universitat de Girona (UdG) o la Pompeu Fabra (UPF).

El proyecto marcó en parte su camino. Si hubiera tomado otro desvío, otro trabajo, él no sería la misma persona. Con toda probabilidad, de no haber creado el Tramtordera, no habría ganado. Y de no haber ganado, quizá no habría venido a estudiar Arquitectura Superior a la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) donde, hoy, cursa tercero. "Tenía muy claro que quería hacer arquitectura, pero veía muy justo que pudiera pagarme la universidad. Así que sabía que podía obtener beca por dos vías: matrícula de honor en el bachillerato o matrícula de honor en el 'treball de recerca'. Me quedé con la segunda". Su historia va de trenes, pero también de retos. Y sueños. "Para mi esto es un poco como el 'sueño americano' --dice-- mi familia es obrera de toda la vida. Mis padres son de Catalunya, pero mis abuelos, andaluces. Vinieron con una mano delante y la otra detrás. Mis padres no tienen formación universitaria y siempre me han inculcado que todo lo que hago yo es para mi".

Indirectamente, a través del 'treball de recerca', le rebotó la oportunidad de ser concejal de ICV- EUiA. Cargo que ocupa también hoy, siendo uno de los más jóvenes de toda Catalunya. "Siempre he tenido vocación pública y ganas de hacer cosas", dice.

Y de eso no cabe duda. Víctor vive aquí y ahí. Entre Blanes y Barcelona. Su vida es desordenada, su cuarto también. Junto a los apuntes de clase, sin grapas y sin clasificación alguna, está todo el papeleo del ayuntamiento. "¿Com dimonis ho portes tot?", le dicen a veces sus compañeros de clase. Ni él lo sabe. Es "tozudo" e "implicado" con todos y todo. Estudia una carrera aun a sabiendas que lo suyo va a ser un camino en Talgo entre montañas y valles de un paisaje más que desconfigurado. "Es una carrera dura y el contexto no acompaña. ¡Muchos de nosotros sabemos que no vamos a levantar una casa en toda nuestra puñetera vida!".

Pero, ¿y qué? El cuarto de vida que ha gastado le ha demostrado que la actitud lo es todo. Podemos pensar: A) "Esto es una mierda y me quedo en el sofá" o B) "Esto es una mierda, así que voy a luchar". No hay opción C. Para él está claro. Salió de la ESO con las matemáticas suspendidas y en el primer examen de mates del bachillerato sacó un 2. Victor dice que no hay gente de 'letras' ni de 'números' porque el talento y las habilidades también se edifican. A los sueños y al trabajo solo nosotros podemos darles forma. El futuro, como todo, también son dibujos y esbozos, y papel arrugado, estrujado, roto, desechado. La versión mala, la buena y, finalmente, la definitiva.

Nuestro futuro empieza ahora y en una hoja en blanco.

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