en contra

Tratar las causas

Verbalizar el deseo de adelantar la muerte no implica necesariamente un deseo literal de morir

CRISTINA MONFORTE

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En la sociedad occidental, el debate sobre la eutanasia se suele centrar en aspectos éticos o legales, pero olvida los motivos por los que un paciente puede desear adelantar su muerte.

Entre los profesionales de la salud y los investigadores no existe consenso en la definición del fenómeno porque engloba realidades muy dispares y por su inestabilidad: en pacientes con enfermedades avanzadas el deseo de adelantar la muerte puede variar en cuestión de horas. Sin embargo, sí hay acuerdo en considerar que el origen del deseo de adelantar la muerte es multifactorial. Los estudios clínicos que han abordado el fenómeno desde la perspectiva del paciente han sido decisivos en este sentido. En el 2012 se publicó una investigación que analizaba todos los estudios publicados con esa perspectiva. Ese estudio concluyó que el deseo de adelantar la muerte es un fenómeno reactivo, una respuesta al sufrimiento multidimensional, que afecta a la esfera física, inicialmente, pero que tiene una importante repercusión en el ámbito psicológico, emocional, espiritual y existencial.

Según este estudio, los pacientes que verbalizan el deseo de adelantar la muerte encuentran varias razones, que pueden agruparse en seis bloques. El primero es el deseo de morir como respuesta al sufrimiento físico-psíquico-espiritual y existencial; el segundo, la «pérdida de uno mismo», que engloba pérdidas de función corporal, de control y de sentido de la vida; el tercero, el miedo al proceso de morir; el cuarto -paradójicamente- es un deseo de vivir, aunque no de esa manera; el quinto, el deseo de adelantar la muerte como un medio de terminar con el sufrimiento; y el último, el deseo de adelantar la muerte como una forma de control sobre la propia vida. Es decir: la angustia emocional vivida es abrumadora y genera el deseo de adelantar la muerte como una salida a dejar de vivir de esa manera y poner fin al sufrimiento, manteniendo un cierto control sobre la situación. Como se ve, verbalizar el deseo de adelantar la muerte no implica, necesariamente, un deseo literal de morir.

El sentido de la vida

Entre los bloques mencionados hay un aspecto que está cobrando especial interés entre clínicos e investigadores: la pérdida del sentido de la vida. Un estudio reciente ha observado la acción mediadora que ejerce esta variable. En una muestra de pacientes con enfermedad oncológica avanzada se observó que el malestar físico es el factor que predice el deseo de adelantar la muerte; sin embargo, los pacientes con sentido de la vida no deseaban morir, mientras que los pacientes sin sentido de la vida, sí.

Dicho esto, cabe preguntarse: si el deseo de adelantar la muerte es un fenómeno reactivo a la presencia de sufrimiento de diversa índole, ¿cómo es que no nos centramos, como sociedad, en tratar su causa, los orígenes del problema, en vez de en otros motivos? Tratar problemas que radican en la esfera emocional, espiritual o existencial de las personas no es tarea fácil. Por ello creo que invertir en investigaciones que vayan en esa línea sería una respuesta más adecuada a este problema.