EL SÍNDROME POSVACACIONAL

¡A trabajar!

Cuando alguien me pregunta "¿tienes ganas de reincorporarte?", siempre dudo entre ser realmente sincero o decir que muy pocas

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CARLES SANS

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Cada uno entiende las vacaciones de forma distinta, aunque casi todos tenemos un denominador común: hacer lo que nos venga en gana, un principio implícito en el concepto de vacaciones, porque la idea es liberarnos de las obligaciones profesionales y cotidianas para dedicarnos a una serie de actividades que nos contenten.

Otro cantar es que se consiga cumplir con esa presunción tan prometedora. Hay gente que, a su regreso, se siente frustrada justamente por no haber podido consumar las expectativas que tenía antes de empezarlas. Probablemente depositamos demasiadas esperanzas a la hora de planificarlas, de modo que proyectar las vacaciones ideales augura una posible decepción. 

Yo acabé las vacaciones hace ya unos días con la tristeza propia de cerrar una etapa en la que me sentía la mar de bien

De cualquier manera, hayan sido mejores o peores, sabemos que al reincorporarnos al trabajo, salvo aquellos que no saben vivir sin él, nos atacará el síndrome posvacacional. Un estado de ánimo que, al parecer, es muy pernicioso y que casi nadie se atreve a reconocer como real. Lo utilizamos como broma al reincorporarnos, como si nadie lo padeciera realmente; pero los expertos aseguran que existe de verdad.

Yo acabé las vacaciones hace ya unos días con la tristeza propia de cerrar una etapa en la que me sentía la mar de bien. Cuando alguien me pregunta "¿tienes ganas de reincorporarte?", siempre dudo entre ser realmente sincero o decir que muy pocas; no sé: existe en mí un cierto rubor en confesar que no regresaría nunca más a mi trabajo en ese momento final de vacaciones.

La curva del ánimo laboral

La verdad es que, una vez me incorporo y piso el escenario, las vacaciones pasan al olvido y me entrego a mi maravilloso trabajo con unas ganas que van de menos a más y que continúan una trayectoria ascendente hasta que llega, más o menos, el mes de mayo, en las que caen en picado. Es la lógica curva del ánimo laboral.  

Hay una frase maravillosa de Groucho Marx que dice: "Yo no es que sea vago; es que no me gusta trabajar". Bueno, pues algo así me pasa a mí. Lo bueno es que vuelvo a reencontrarme con mis habituales columnas de este diario. Feliz regreso.