LA CORTINA DE HUMO
El mal de altura
El pánico de caer al vacío al estar cerca de la cima condiciona a Convergència y ERC
Carles Casajuana, diplomático de profesión, ha escrito un libro, Les lleis del castell (Pòrtic), que trata de hacer un poco más comprensible el poder, su ecosistema y su fauna, a menudo bastante poco inteligibles para el común de los mortales. Él convivió con ello en la Moncloa, asesorando a José Luis Rodríguez Zapatero. Y de aquella y muchas otras experiencias, que le han hecho interactuar con políticos con altas responsabilidades, sale este libro que, entre otros, nos explica fenómenos como el mal de altura que afecta a los políticos. Esa sensación de un extraño vacío bajo los pies, que en momentos clave, como el que vive la relación entre Artur Mas y Oriol Junqueras, entre CDC y ERC, entre los grandes partidos soberanistas y el proceso catalán, se manifiesta y complica las acciones más simples (o lo que el resto ve más sencillo y obvio).
Porque, a menudo, a aquellos que han escalado hasta lo más alto del poder (institucional o de partido) el temor de perder pie les empuja a adoptar una posición defensiva y los hace peores. Eso sí, como dice Casajuana, los que consiguen superarlo y actúan con aplomo, serenidad y buen humor merecen la admiración que se les tributa. Aquí tiene ahora Junqueras un gran reto ante sí, muy especialmente después de la actuación de Mas el 9-N y de su conferencia del pasado martes en el Fòrum, que ha repartido presión con el líder de Esquerra. Presión. Lo que cuanto más asciendes en el poder, más tendrás. Y Junqueras, que aspira a president, deberá saber gestionarlo ahora que es jefe de la oposición y favorito en las encuestas.
«Estamos recibiendo unas presiones brutales, indescriptibles», dice un dirigente de ERC sobre la lista unitaria que Mas y actores relevantes de la sociedad civil reclaman de cara a unas elecciones plebiscitarias. Cierto sector en Esquerra incentiva los recelos y el malestar. Y las frías cifras que se basan en esquemas antiguos y que difícilmente se repetirían en unas elecciones plebiscitarias incentivan los miedos. La desconfianza es grande. El estómago marea. Y el lógico pánico de caer al vacío cuando se está cerca de la cima condiciona.
Hoy por hoy, tirando de miedos, de desconfianza y de las típicas animadversiones, lo más probable sería que no hubiera ni lista unitaria ni acuerdo útil que satisfaga a Convergència y Esquerra. Pero como dijo Albert Einstein, «locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes». Si creen en ello, si lo quieren de verdad, igual hacer como siempre será lo que más vértigo les provoque y, por una vez (quizá no haga falta más), se salen con la suya juntos.
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