Los SÁBADOS, CIENCIA

Todos venimos de África

Los últimos descubrimientos apuntan a que quizá somos descendientes de siete Evas originales

Todos venimos de África_MEDIA_2

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MANEL ESTELLER

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Amigos míos, todos venimos de África. Los primeros humanos modernos (Homo sapiens) aparecieron en el África subsahariana, en el cuerno del continente, a un tiro de piedra de Adís Abeba. Éramos inicialmente poquitos y a duras penas sobrevivíamos. Entre ellos se encontraba una hermosa chica que muchos años después llamaríamos Lucy,aunque en realidad ella era unaAustralopithecus afarensis. Lucy era joven y bajita y le pusieron ese nombre en honor de un canción de los Beatles,Lucy in the sky with diamonds,que ponían todo el rato los investigadores del campo donde la encontraron.

Desde allí, años más tarde, varios valientessapiensprimitivos cruzaron con cierta dificultad y con más pena que gloria el mar Rojo y llegaron a Oriente Próximo. Parece que unos se adentraron más en Asia y ocuparon las regiones de la actual Corea, China y Japón. Y otros, aún más temerarios, llegaron no se sabe cómo a Oceanía y originaron, entre otros, a los aborígenes australianos. El grupo que había llegado a Oriente (como los Reyes Magos, pero al revés) no enfiló hacia el este, sino que empezó a caminar lentamente hacia el norte y atravesando Turquía y los Balcanes llegó a la Europa occidental. Allí se encontró con unos competidores: los neandertales. Eran humanos como nosotros, pero no eran de nuestra especie. Estos últimos eran más fornidos, pero parece ser que menos astutos y poco adaptables a las cambiantes condiciones climáticas. Lossapiensacabaron con ellos y los últimos neandertales pasaron sus últimos días de existencia en este hermoso planeta agonizante cerca de Gibraltar, arrinconado extremo de Europa. Como ven, Gibraltar siempre ha tenido sus singularidades. A partir de aquí solo una especie de humanos parece habitar la Tierra: nosotros, losHomo sapiens.Esto sí es un viaje y no el de Marco de los Apeninos a los Andes buscando a su madre.

Un viaje como este está lleno de anécdotas e historias para contar las noches frías alrededor de la chimenea; bueno, hoy en día se diría alrededor de la tableta. En este viaje, como cantaba nuestro añoradoLluís Llach,quizá lo importante no era el destino final sino lo que sucedía durante el mismo. Y pasaron muchas cosas: la historia de cómo poco tiempo después todos lossapiensestuvimos a punto de desaparecer del mundo debido a las olas de frío, cuando luchamos desesperadamente a muerte con el oso cavernario para calentarnos en las cavernas; nos fue de un pelo no perder aquella guerra. O la historia de cómo los habitantes de la isla de Pascua (Rapanui) no se sabe si venían de África o de las Américas (y el ganador es... ¡Asia!). O de cómo los africanos, al ser los primeros humanos, son los que más diferencias genéticas presentan entre ellos. O de cómo es posible que hubiera humanos especiales pequeñitos en la isla de Flores (¡tipo Hobbit!). O de que hubiera otros humanos como los encontrados en una cueva de Siberia (los Denisova). O de cómo una mutación originó el cabello rubio en personas de piel más marrón de la Melanesia. O cómo unos valientes hombres cruzaron el estrecho de Bering y poblaron las Américas.

Hay tantas microhistorias de viajes humanos para contar. Entre las más recientes, el descubrimiento de que todos nosotros quizá venimos de siete Evas originales, demostrado a nivel del material genético de la mitocondria (un orgánulo celular que nos viene heredado solo de la madre). O de cómo hubo unos supermachos que esparcieron su genoma por el mundo, destacando los de los descendientes deGenghis Khan,que queda reflejado en nuestro genoma a nivel del cromosoma Y (que solo podemos heredar del padre). O de cómo migrando por el mundo también nuestros animales domésticos y nuestros parásitos nos acompañaron y entre todos acabamos con otras especies animales que no nos esperaban, como el bufón e inofensivo pájaro Dodo de las islas de Mauricio y Reunión. O de cómo introdujimos el caballo en las Américas. O de cómo llevamos de vuelta del nuevo mundo el maíz. O de cómo nos comimos el último moa (una especie de avestruz gigante). Ay, hemos ido cambiando el mundo, pero el mundo también nos ha cambiado a nosotros.

Y recordar la última venganza de los neandertales: comprobar que minúsculos fragmentos de su ADN se encuentran en nuestro genoma. No nos debe sorprender, porque en el mismo todavía hay vestigios de cuando éramos peces, anfibios e incluso organismos formados por una célula.

Ah, ¡qué historia! ¡Eso no lo superan ni las memorias deAznar! Ahora me disculparán: vuelvo a la gruta y les cuento más cosas la próxima vez. O, mejor aún, pregunten a los expertos:Eudald Carbonell (Universitat Rovira i Virgili),Jaume Bertranpetit,Carles Lalueza-FoxyTomás Marques(Universitat Pompeu Fabra), oSvante Pääbo(Max Planck Institute, Alemania). ¡Hasta pronto, compañeros primates! Médico. Institut d'Investigació

Biomèdica de Bellvitge.