EL RADAR

Todos griegos

El referéndum se ha vivido con la pasión e implicación de un asunto de política interna

JOAN CAÑETE BAYLE

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Incluso sus más acérrimos detractores deberían reconocerle a Alexis Tsipras su contribución a la construcción europea, más allá del resultado del referéndum de hoy: ninguna otra consulta europea había sido seguida por el resto de la UE como algo propio, sobre todo en los países del sur. El referéndum de Grecia se ha vivido como un asunto de política interna en el que votan los griegos. En una opinión pública como la española, poco inclinada a interesarse en exceso en asuntos internacionales, esta semana de pasión griega se ha vivido con la polarización de argumentos de los asuntos que realmente importan. La gran participación en el debate que hemos mantenido esta semana en la web de Entre Todos y las redes sociales es solo un ejemplo.

Hay unos cuantos motivos para ello. El primero, que lo que se vota en Grecia es muy importante en términos estrictamente económicos, es lo que tiene compartir moneda. En este sentido, hay quien aboga por el 'sí' ("Lo más conveniente para Grecia es quedarse en la eurozona y no convertirse en la Cuba de Europa", Tomás Jaramillo, informático de Barcelona) y por el 'no' ("Grecia necesita crecer (...) y reconstruir su economía. Y la única forma de conseguirlo es fuera del euro, pues necesita tomar decisiones con soberanía", Carla Sitges, comercial de Sitges), en proporciones muy reñidas, como indican las encuestas que sucede entre los propios griegos.

Pero más allá del hecho económico en sí, otros argumentos confluyen para que esta semana todos hayamos sido griegos en la conversación pública. El primero de ellos es la revuelta contra la troika entendida como la versión macro de la casta, la personificación europea de los causantes (y de los que se benefician) de esta crisis que es una estafa. En la internacionalización del eje del 'ellos' y 'nosotros' que marca la conversación pública española en el último lustro, los griegos –representados por Tsipras y Yanis Varufakis– son los que se alzan contra la tiranía de la coalición de poder económico y financiero. "No a las políticas inhumanas que sacrifican a los más débiles. No a los acuerdos secretos en nuestro nombre. Yo, desde aquí, voto no", María Isabel Jiménez, analista informática de Granada; "El poder financiero intenta derrocar al Gobierno griego" (Eduardo Sánchez, comerciante de Sant Feliu de Lobregat); "Grecia debe pararle los pies a la troika. Después de cinco años de sufrimiento, las propuestas de Bruselas han demostrado ser ineficaces, pero siguen con la misma receta: más recortes y más sufrimiento» (José Luis Ballesteros, mecánico de Chiclana de la Frontera).

La continuación lógica del argumento es que la batalla de hoy en Grecia es en realidad la del neoliberalismo contra la democracia, la de las élites contra los ciudadanos, la de los mercados contra las urnas, un discurso que, por ejemplo, entronca directamente con la situación política interna española, de ahí que esta semana hayamos visto cosas tan impropias como un jefe de GobiernoMariano Rajoy, pidiendo la salida de otro jefe de Gobierno de un país socio del eurogrupo (Tsipras), con la misma alegría con la que se dicen cosas del tipo: "Váyase, señor González".

Y por encima de estos argumentos, encontramos el europeísta, porque en España el euroescepticismo no suele cotizar al alza, a pesar de todo: Grecia demuestra que la UE no funciona. "¿Qué Europa queremos?", se pregunta Juan Arroyo, ingeniero de Ripollet); "Si Europa es esto, que se pare Europa, que Grecia se baja. Y España es la siguiente", afirma Gabi Zamora, químico de Les Franqueses del Vallès; "Basta de esta Europa alemana (...) Hay que refundar la UE", pide José Alberto Vega, autónomo de L’Hospitalet). Y es que si la UE es a Grecia lo que el FMI fue a Argentina (por poner un ejemplo que han citado varios lectores desde Buenos Aires a cuenta del 'corralito'), ¿qué sentido tiene?