Al contrataque

Todos al 'Uruguay'

La regeneración democrática no se alcanza con las multitudes sino con el rigor de la verdad

JOAN BARRIL

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Llevamos semanas en el filo de una navaja. Para unos, lo importante es la consulta. Para otros, lo importante es la corrupción y la investigación de los hermanos Dalton. Para los primeros, la alternativa es la desobediencia civil. Para los segundos, colocar a la honorable familia en la picota pública.

Mientras esto sucede, el president Mas tiene la obligación de buscar un terreno cómodo en el que construir su nueva casa independiente. Y eso no es fácil, porque las amenazas del Estado son cada vez más contundentes. Ya no se trata de impedir la presentación de un libro escrito en castellano, sino que ahora desde la Fiscalía General se aboga por recurrir al Código Penal. ¿Acaso el Gobierno de la Generalitat republicana no pasó tres meses en el vapor Uruguay, fondeado en Barcelona como cárcel? ¿Se puede olvidar que Companys y los otros miembros del Govern fueron condenados a 30 años y a la inhabilitación forzosa? Que nadie vaya a creer que el Estado español va a considerar que el Código Penal es una bravata insustancial. Lo ha hecho y puede volver a hacerlo.

Aplicarse la transparencia

Pero mientras tanto, el president Mas debería ponerse al frente de las dudas que sacuden el panorama, empezando por las que le pillan más cerca. No se puede decir que seamos la Administración más transparente de España después del chasco de la herencia del fundador y de las sospechas por las que sus hijos están en entredicho. También el caso Palau ha significado el embargo de la sede de CDC. El curioso caso Clotilde, con la imputación del diputado convergente Crespo, las comisiones relacionadas con Adigsa en las obras de viviendas públicas, el caso ITV, que ha significado la renuncia forzosa del heredero... Cuando la transparencia no se cumple, de nada sirve apelar a los mecanismos de la Federació de Municipis de Catalunya para la obtención de sobresueldos o sacar a la luz un supuesto caso de tráfico de influencias en el Ayuntamiento de Montcada. La transparencia empieza por uno mismo. Y lo mismo deberán aplicarse los miembros del PP cuando afeen la opacidad de Mas y se nieguen a admitir el caso flagrante de Bárcenas.

Eso también es política, y de la mala. Se trata de una política parcial que se fija antes en la paja en el ojo ajeno que en la viga en el propio. Ignoro cuáles son los límites de la corrupción y de la impunidad, pero están por debajo de la ilusión de tantos ciudadanos que creían avanzar y de pronto se han visto frenados por la desilusión de los hechos. De los adversarios podemos esperarlo todo, desde la amenaza hasta el Código Penal, pero nunca nos había dolido tanto la carcajada. Gracias a nosotros mismos hemos pasado de héroes a tentetiesos. La regeneración democrática no se alcanza con las multitudes sino con el rigor de la verdad. Y anteayer era el día de la verdad más que de la ceremonia de la autosatisfacción.