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RAMÓN DE ESPAÑA

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Linwood Barclay es un escritor canadiense al que apenas se ha editado en España, aunque sus 'thrillers' son trepidantes y recuerdan poderosamente a los del estadounidense Harlan Coben, que tan bien funcionan entre nosotros. El caso es que me acabo de tragar su última novela, 'Broken promise' ('Promesa rota') y hay algo en ella que me ha llamado poderosamente la atención porque me ha parecido un peculiar signo de los tiempos. Me explicaré: la novela cuenta con una trama central y unas historias secundarias que uno, dada su experiencia como lector de este tipo de obras, da por hecho que acabarán relacionándose con la principal porque si no, no estarían ahí. Pero al final del libro, mientras la trama central se resuelve a la perfección, las subtramas se quedan colgadas a la espera de ulteriores explicaciones, que se producirán en el siguiente libro del señor Barclay, 'Far from true' ('Lejos de la verdad'), de próxima aparición y del que se nos ofrece, a modo de avance, el primer capítulo.

Conclusión: me he leído una novela que, en realidad, es como la primera temporada de una serie de televisión. Al final, me dejan colgado para que espere con ansia la segunda temporada, pero me ofrecen un tráiler de la misma, para que vaya salivando convenientemente. Resulta que estoy dentro de un ciclo literario titulado 'Promise Falls' (la localidad donde transcurre la acción), cuando me conformaba con leer una novela autoconclusiva.

No digo que esto sea malo, pero sí se me antoja sintomático de por dónde pueden ir los tiros en determinados ámbitos de la ficción literaria. Si antes los libros eran la principal fuente de inspiración del audiovisual, con 'Broken promise' cambian las tornas y es la literatura la que adopta la estructura de un serial televisivo. No cuesta nada convertir este libro en la primera temporada de una serie, y es muy posible que esa sea la intención del autor y de su agente, a los que hay que reconocer una sinceridad con Hollywood rayana en la desfachatez: nosotros seguimos sus reglas y ustedes nos hacen ricos.

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