Todo es política

Javier Tebas, presidente de LaLiga.

Javier Tebas, presidente de LaLiga. / periodico

JORDI PUNTÍ

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A veces, en noches de nostalgia facilona, echo de menos a José María García y su radio de hipérboles acusadoras. Ese mundo poblado de chupópteros y abrazafarolas, de chiquilicuatres y estómagos agradecidos, trazó durante años un retablo de la burocracia futbolística en España que hoy parece haberse difuminado, pero que sigue existiendo. Lo cierto es que nuestro fútbol es un ecosistema muy particular. Por un lado están los jugadores que lo hacen posible y de quienes lo sabemos todo: el número que calzan, el dinero que ganan, las estadísticas que justifican sus contratos millonarios. Son, por así decirlo, la parte vistosa del árbol. Y luego están las raíces, la maraña bajo tierra que Supergarcía gustaba tanto de observar.

Este entramado de relaciones entre presidentes, directivos, federaciones, agentes, comités de árbitros, intermediarios y vividores varios necesita de la vida discreta para perpetuarse. Por esa razón, aunque su existencia es sobre todo política -ya que toman decisiones que afectan a mucha gente-, desaconsejan a los jugadores la opinión personal en público, o les castigan cuando hablan de los árbitros. Quieren a los futbolistas sin voz, con todos los focos apuntándoles pero en silencio, y así el ecosistema les protege a ellos dentro de su burbuja.

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En nuestro mundo globalizado, esta treta es cada vez más difícil, porque hoy en día casi todo lo que ocurre fuera del terreno de juego es política y opinión. El mejor ejemplo es Javier Tebas, presidente de la Liga de Futbol Profesional, que sale a incendio por semana. El último es la querella criminal que presentará contra aficionados del Rayo Vallecano por haber irrumpido en un entrenamiento y protestar en contra del fichaje de Roman Zozulya.

SÓCRATES EN FLORENCIA

Sí, todo es política. Aunque ahora se retracte, Zozulya simpatizó abiertamente con la ultraderecha de Ucrania y los aficionados del Rayo no se lo perdonan. Pero también es política que Arda Turan dé su apoyo al presidente turco Erdogan cara al referéndum constitucional. En España, donde la política se judicializa y la justicia está politizada, es política también que Marta Silva de Lapuerta, la abogada del Estado que persiguió a Messi Neymar por sus cuentas con Hacienda, fuese directiva del Real Madrid, y sigue siendo política que nadie hable ya de la inspección de hacienda a Cristiano Ronaldo. Es política, en fin, cuando Florentino Pérez se niega a dejar el Bernabéu para la final de Copa.

En 1984, cuando el gran jugador brasileño Sócrates, famoso por sus ideas progresistas, llegó a Italia para jugar en la Fiorentina, dijo en su primera rueda de prensa: "He venido más que nada para leer a Gramsci y estudiar la historia de la clase trabajadora italiana". Aguantó un año y se volvió al Brasil. A todos nos gustaría que el futbol fuese siempre puro y combativo como la victoria del Barça ayer ante el Alavés -goles y buen juego, honestidad por parte de todos los protagonistas, incluido el árbitro-, pero este tipo de partidos son cada vez más raros. Me temo que el problema no es que los futbolistas opinen de vez en cuando, sino que los directivos y mandamases crean que sin ellos no hay fútbol que valga.