Tiempos difíciles para el interculturalismo

Un libreto débil lastra el estreno de 'Kalîla wa Dimna', una ópera en árabe y francés encargada por el Festivald'Aix en Provence

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ROSA MASSAGUÉ

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Bernard Foccroulle, director del Festival d'Aix en Provence, presentaba la edición de este año diciendo que el arte puede parecer trivial frente a la violencia y el pavor, pero añadía: "Por frágil que parezca, frente al oscurantismo y el horror, nos ofrece el material de memoria, la creatividad y la fuerza de la utopía necesarias para sobrevivir a los ataques e inventar un futuro distinto". Sus palabras cobraron un sentido de urgencia cuando, a poco más de dos horas en coche, en Niza, un atentado terrorista segaba la vida de más de 80 personas.

Desde Aix Foccroulle ha tenido siempre una mirada hacia el Mediterráneo con proyectos interculturales que van desde sesiones de formación sinfónica y de improvisación de la Orquesta de los Jóvenes del Mediterráneo, hasta el encargo de una ópera en un intento de hacer una re-lectura de la herencia compartida a uno y otro lado de este mar.

La ópera estrenada ha sido 'Kalîla wa Dimna' ('Calila y Dimna'), interpretada en árabe y en francés, compuesta por Moneim Adwan con libreto de Fady Jomar y Katherine Verlaguet, basada en el libro del mismo título atribuido a Ibn al Muqaffa dedicado a la formación principesca mediante fábulas de animales.

El periplo histórico de esta obra antigua es una de estas herencias compartidas que forman parte de varias culturas. La obra tiene su origen en una colección de cuentos hindú del siglo III. El escritor persa Al Muqaffa lo tradujo al árabe en el siglo VIII y se difundió por Europa. Cinco siglos más tarde, Alfonso X el Sabio cuando todavía era infante lo habría mandado traducir al castellano y en el siglo XVII Jean de la Fontaine recogió aquella herencia en muchas de sus fábulas y cuentos morales.

Si este recorrido de 'Kalîla wa Dimna' refleja la interconexión cultural a lo largo de tantos siglos, el de los autores de la ópera pone de manifiesto muchos de los problemas que habitan el Mediterráneo. Adwan es un músico palestino nacido en Rafah, en la franja de Gaza, en el seno de una familia de 16 hijos, que vive exiliado en París. Jomar, uno de los libretistas, es un poeta sirio que ha conocido en primera persona la represión del régimen de Bashar el Asad. Tras salir de su país pasó por Turquía donde formó una compañía de música y teatro, y ahora vive en Alemania.

La ópera, estrenada en el pequeño y acogedor teatro barroco de Jeu de Paume, con una puesta en escena muy sencilla pero funcional de Olivier Letellier, tiene a Kalila como narradora. Y lo que cuenta es la historia de su hermano Dimna a quien el ansia de poder y de reconocimiento social le convierten en un chacal. Está compuesta para cinco voces y cinco instrumentos, violín, violonchelo, clarinete, percusión y qanun o canon que es una especie de salterio, dirigidos por el tunecino Zied Zouari. Las voces eran las de Ranine Chaar (Kalila), Moneim Adwan (Dimna), Mohamed Jebali (Le Roi), Reem Talhani (La Mère du Roi) y Jean Chahid (Chatraba).

Musicalmente, la partitura está bien trabada, con momentos muy líricos y con un juego sonoro que mezcla apuntes de jazz con música tradicional. Lo que falla estrepitosamente es el libreto que es de una gran debilidad. La historia que cuenta es demasiado plana, sin profundidad. Es un ejercicio de 'buenismo' que en vez de ayudar o defender una causa, la perjudica por su simplismo estéril. Es una verdadera lástima porque el planteamiento original de dar vida operística a las historias de 'Kalîla wa Dimna' y más en los tiempos de que corren, merece el aplauso.

Ópera vista el 17 de julio.