Tiempo de recuerdos y amnesias

La tardía celebración del 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas ha resucitado los viejos fantasmas del pasado, conforme a los cánones de la tradición patria. El Congreso quiso reservar todo el protagonismo para el rey <strong>Felipe VI </strong>(no para el monarca emérito) y condecorar a los diputados que alumbraron la Constitución, sin que presencias y ausencias dejaran a todos contentos.

La izquierda parlamentaria y los nacionalistas echaron de menos a los represaliados por el franquismo, a quienes rindieron su propio tributo, y Podemos echó de más entre los laureados al exministro Rodolfo Martín Villa, exjerarca franquista y coprotagonista de la Transición recientemente encausado en Argentina por la matanza de Vitoria. 

Quienes desde la tramoya franquista o la trinchera opositora transmutaron un régimen autoritario en otro de derechos y libertades estaban, todos, en Primero de Democracia. Pero, cuarenta años después, parece que sus sucesores se empeñen en desaprender. O en avivar recuerdos tan selectivos e interesados como las amnesias.

Conviene recordar que, como describió con acierto Manuel Vázquez Montalbán, la Transición fue un pacto entre dos debilidades: la del franquismo sin Franco y la de una oposición clandestina sin liderazgo ni una hoja de servicios particularmente brillante. Cierto, los represores obtuvieron el perdón y los reprimidos se quedaron con el olvido, pero ese era el único guion que unos y otros podían escribir al alimón.

Tampoco es justo olvidar que la redención democrática de colaboradores del régimen no se circunscribió a Martín Villa, y tampoco a la política madrileña. En Catalunya, sin ir más lejos, exalcaldes franquistas y exprocuradores a Cortes obtuvieron después escaño en el Parlament, y alguno de ellos incluso ostentó cartera de ‘conseller’ en la etapa de Jordi Pujol. Curioso que quienes aquí se rasgan las vestiduras no lo hicieran entonces.

LOS JUICIOS FRANQUISTAS

Como nota positiva, la unánime declaración del Parlament sobre la nulidad de los juicios del franquismo celebrados en Catalunya. Un gesto testimonial que, incomprensiblemente, el Congreso se niega a realizar.