Tiempo de manifiestos

¿Qué es mejor, tomar posiciones individuales ante las opciones capitales o -ya sea además o en vez de- firmar manifiestos colectivos? En situaciones como la presente, y más todavía en los próximos meses, es inevitable que te pidan añadir tu nombre a una lista. Cada cual es libre, solo faltaría, y no hay mal alguno. Al contrario, a buen seguro que los escritores que optan en masa y en público por la independencia con el argumento de que quieren «vivir fuera del bucle aburrido de la autonomía resignada y llorona» benefician mucho al país. Aún así...

Puesto que son escritores y no basureros, oficio dignísimo, por otra parte, pero anónimo, encuentran un rinconcito en los diarios. Por fortuna, y porque parece un hecho natural aunque no lo sea, nadie ha destacado que se trata en todos los casos de escritores en lengua catalana. ¿Qué ocurriría en el hipotético pero improbable, y por ahora inimaginable, supuesto de que entre los firmantes hubiera, no una docena, lo cual sería muy celebrado, sino tan solo un par o tres de escritores en lengua castellana? Me refiero a los autores conocidos, está claro, porque los mindundis disponen de la plataforma Súmate (si simulan, al igual que los asistentes a sus actos, que no saben ni entienden el catalán).

A ver si, según el principio de acción-reacción, aparece un manifiesto de escritores en lengua castellana contra la independencia o a favor de la tercera vía. ¿Firmaría el sutilísimo Eduardo Mendoza, escritor bilingüe? ¿Firmaría el futuro Premio Nobel de Literatura Enrique Vila-Matas? Cuando eso solo se veía venir declaró, con toda la ironía, que mientras no le prohibieran escribir en castellano...

Supongamos que, como otros, evitarán convertirse en pasto de los periódicos. Quizás a la espera de un manifiesto común que, a las postrimerías del proceso, si es que algún día llegan, defienda un papel vertebrador para la cultura y el ingreso, oficial y cordial, de Catalunya en la gran familia de la hispanidad.