Al contrataque

Tesoreros y cambios de nombre

Es verdad: cambiaron de nombre. Los del PDECat simulan que la sentencia del 'caso Palau' no les afecta porque, como cambiaron de nombre, pues eso... astucia político-jurídica

Fèlix Millet abandona la Audiencia de Barcelona tras conocer la sentencia del 'caso Palau'

Fèlix Millet abandona la Audiencia de Barcelona tras conocer la sentencia del 'caso Palau' / periodico

XAVIER SARDÀ

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La sentencia del caso Palau caso Palau ha llegado por fin. Son tantos los años para investigar el expolio del Palau, que en algunos casos la cuestión se dirime entre la cárcel y Sancho Dávila. Efectivamente, lo del 3% no fue una maragallada y aquí tenemos la sentencia en la que se condena a Fèlix Millet, Jordi Montull y su hija Gemma (nada de pactos), al extesorero de CDC Daniel Osàcar y a CDC. Mas (líder en la época del gatuperio) dice que Convergència asumió el caso Palau como pocas formaciones políticas lo han hecho.

Es verdad: cambiaron de nombre. Los del PDECat simulan que la sentencia no les afecta porque, como cambiaron de nombre, pues eso… astucia político-jurídica. Cambiar de nombre abre insospechadas posibilidades para cualquiera que se halle en situaciones de adversidad: «El Partit Demòcrata es una formación nueva, creada en el 2016, que nació en el ejercicio de la transparencia como uno de sus objetivos más importantes». Así de claro. Y Mas se va de puntillas y los de Ferrovial, prescritos ellos. 

Abracadabrante cambio de nombre. Ahora sí, ahora ya no. Y la dócil Esquerra mirando a otro lado, porque el que denuncia el fraude nacionalista es un delator renegado. 

El cambio súbito de nombre tiene sus variantes. El rapero americano Sean John Combs es la Convergència revivida: se hizo llamar Diddy, pero en 1997 se cambió a Puff Daddy. En 1998 volvió a su nombre de nacimiento, Sean John, pero en 1999 lo cambió a Puffy. Mas tarde se llamó P. Diddy, y durante una semana, en 2011 se hizo llamar Swag. En el 2014, volvió a llamarse Puff Daddy. ¿Les suena?

Deterioro y avillanamiento

Estaría bien que uno pudiese cambiar de nombre cuando le investigue Hacienda, cuando le multen los Mossos, cuando pida un crédito bancario, cuando se confiese, cuando sufra un gatillazo, cuando no llegue a final de mes, cuando le pongan los cuernos, cuando ponga los cuernos, cuando inicie una dieta, cuando no haya wifi o cuando le visite la parca. «Ya no soy yo, soy otro».

Luego está el tema del tesorero corrupto del que los líderes políticos no saben nada. Ni Rajoy ni Mas sabían nada de lo que hacía su tesorero. Se ve que va en el cargo del tesorero eso del deterioro moral y el avillanamiento ético. El tesorero, ¿nace o se hace? ¿Cómo puede ser que de políticos tan honestos surjan tan deleznables tesoreros?

Lo que el viento se llevó se llamó primero Mañana será otro día y la novela Lolita debía llamarse Un reino al lado del mar. Las obras eran las mismas, pero se les cambió el nombre. Como al PDECat. Los maliciosos dicen que Mas se cargó Convergencia y Puigdemont se ha cargado el PDECat.  Malas lenguas. Se aceptan críticas de los tuiteros, con vuestro nombre también oportunamente cambiado. Faltaría más.