LA CORTINA DE HUMO

Tentando a la suerte

TONI AIRA

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Con el proceso soberanista se está tentando a la suerte. Pero no solo por parte de los partidos catalanistas. Ellos van avanzando a trompicones en medio del «fuego amigo» que a menudo se dedican unos y otros desde las cocinas y las maquinarias de intoxicación respectivas. A pesar de ello, a cada momento clave, a cada extenuante gran partido-final, la prueba la superan unidos cuando más parece que todo tenga que hundirse. Esto lo protagonizan CiU, ERC, ICV y la CUP. Pero, sin duda, quien más está tentando a la suerte en este proceso, es un Mariano Rajoy a quien parece que todo esto le ha desbordado sus previsiones o las que le habían vendido desde su entorno más inmediato. Y eso también inquieta en el PP. A gente del PPC, sin duda.

Ahora callan en público, pero empiezan a mostrar su inquietud en privado. Aseguran que el entorno de Rajoy en Moncloa lo tiene desconectado de lo que se está viviendo en Catalunya, hasta el punto de que fuentes del PPC aseguran que la suspensión de la autonomía es el escenario más probable que Rajoy impulsaría sin despeinarse, aconsejado por su jefe de Gabinete, Jorge Moragas, y su equipo, si el proceso catalán sigue avanzando y no habían calculado. Y a cada nuevo partido-final que los partidos catalanistas superan, nuevo vaticinio fallido del equipo de Moncloa, y más crispación y determinación de mano dura.

Estos días en el Palau de la Generalitat, en cambio, a cada hora que pasaba se imponía más la convicción de que «no había demasiada alternativa al acuerdo». ¿Con Madrid? No, con los partidos proconsulta. Y cuando preguntabas a los diferentes implicados en las negociaciones, unos y otros apuntaban al equipo de Oriol Junqueras como el más «nervioso». ¿Nadie más ha «intoxicado» diciendo que todo colgaba de un hilo y que estaba a punto de saltar por los aires por culpa de los otros? No, evidente, pero desde el resto partidos coinciden al señalar sobre todo a ERC, así como destaca el reconocimiento a David Fernàndez y Quim Arrufat, de la CUP, como los que «han ayudado más al acuerdo, centrando el debate y conscientes de determinadas realidades». Aquello que decían ante atriles y cámaras, unos y otros, ya era otra cosa, dirigida a las respectivas parroquias.

Y en palacio van tirando, autoimponiéndose la consigna de «poner paz» a cada fuego, antes que nada con sus socios de legislatura y con sus compañeros de partido. Algunos han soltado, incluso, la idea que David Madí ahora frecuenta más Sant Jaume para aconsejar a Mas. A quién desgasta esto es evidente, a pesar de que justo es decir que una vez la parte catalana ha asumido que estamos en una «guerra del siglo XXI» ante el Estado español, que alguien hubiera pensado en el antiguo general Patton de la política catalana no suena del todo extemporáneo.