La clave
Tentaciones primarias
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Hipótesis: en nuestra joven democracia, la soberanía reside en el pueblo, pero su gestión corresponde a los partidos, que en régimen de monopolio confeccionan candidaturas, conforman mayorías parlamentarias, encumbran y derrocan gobiernos, cubren vacantes institucionales y negocian el marco regulatorio con las grandes corporaciones.
Tesis: no es de extrañar, pues, que quienes tanto poder ostentan se resistan a compartirlo con la ciudadanía, bien sea mediante listas abiertas, bien abriendo a la sociedad la designación de sus cabezas de cartel. Como tampoco es casual que solo los partidos de izquierdas hayan explorado fórmulas de regeneración democrática como la elección en primarias de sus candidatos, ni que lo hayan hecho cuando mayor era su distanciamiento del electorado. Ahí está el proceso que a finales de los 90 encumbró a Josep Borrell como candidato del PSOE a la Moncloa -finalmente malogrado-, y también las primarias abiertas que el PSC está ensayando para escoger a su alcaldable de Barcelona.
La controvertida participación de inmigrantes paquistanís de Ciutat Vella en la votación socialista, que el propio PSC ha tachado de «praxis incorrecta», ha delatado cuáles son las tentaciones primarias de los partidos ante las iniciativas tendentes a diluir su omnímodo poder.
Experimentos con gaseosa
Nada tiene de extraño que algunos candidatos quisiesen seducir a colectivos organizados para decantar el veredicto de las urnas. Aunque, si el reto era sumar adhesiones que luego se tradujeran en sufragios en las elecciones locales, cuesta entender que focalizasen sus esfuerzos en ciudadanos sin derecho a voto, útiles para ganar las primarias pero no la alcaldía. Eso, excluyendo que el aparato del partido desplegara sus redes clientelares para frenar el paso a aspirantes díscolos. Mención aparte merecen los partidos que, pese a elegir a sus candidatos a dedo, han aprovechado este lamentable episodio para deslegitimar las primarias del PSC.
Síntesis: en nuestra joven democracia, la soberanía reside en verdad en los partidos. Y los experimentos, mejor con gaseosa.
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