LA FINAL DE LA CHAMPIONS
Tenemos prisa por ajustar cuentas
El Barça libra una batalla implacable para recortar distancias históricas con el Madrid
Ernest Folch
Editor y periodista
ERNEST FOLCH
Hemos leído y escuchado hasta la saciedad que el Barça tiene mañana una cita con la historia. Nada más lejos de la realidad. Al revés: el Barça tiene una cita contra su historia. Desde que los dedos de Pagliuca no alcanzaron a evitar el torpedo feliz de Ronald Koeman, este club libra una batalla implacable a la busca del tiempo perdido.
Y es que el Barça no construyó un modelo único de juego para ganar, como se dice, ni decidió establecer una academia de sí mismo con la mera finalidad de mejorar su vitrina de trofeos, sino para una misión mucho más trascendente: vengarse de su pasado. Lo que hoy parece normal, que es jugar una final de la Champions, sigue siendo una escalofriante anomalía histórica vista desde el abismo de 116 años de historia. Hasta el providencial «salid y disfrutad» que Cruyff sentenció en el vestuario de Wembley, la historia azulgrana era esencialmente un inventario de gafes, accidentes y tragedias, muchas externas y algunas autoinflingidas, que daban al club un aire perdedor y deprimido, por muchos superávits que se proclamaran al fin de cada temporada. Entonces sí, entonces perdíamos todas las comparaciones, y las perdíamos además contra el Real Madrid, que iba ahondando año tras año la insoportable herida histórica.
Pero llegó la epifanía de Wembley y empezamos una persecución enloquecida a nuestro ayer. De ahí la ansiedad que a menudo vive el club a pesar de su buen momento: hay que recortar distancias con el Madrid urgentemente y como sea. Es decir, que desde el punto de vista histórico estamos nada más y nada menos que en plena remontada, y sabemos que jugamos contra reloj. Porque en la era de Messi es justamente cuando hay que reequilibrar no solo el palmarés sino sobre todo las hasta hace poco odiosas comparaciones con el Madrid. Es con Messi y solo con Messi que podemos ganar tiempo al tiempo, y es con Messi y solo con Messi que podemos vengar las oportunidades que vieron escapar tantas generaciones que nos precedieron.
Una misión freudiana
Justamente porque conocemos nuestra propia historia sabemos hasta qué punto será difícil inventar otro Messi que nos permita recortar distancia a tanta velocidad. Lo maravilloso del partido de esta noche es que ni empieza ni termina nada: estamos sencillamente en plena misión freudiana de un monumental ajuste de cuentas con nuestra infancia futbolística. Más que Catalunya, el que tiene prisa de verdad es el Barça: la historia no nos espera, hay que ir a buscarla. Corre Messi, corre, no hay tiempo que perder.
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