LA CORTINA DE HUMO

Temer un acuerdo

TONI AIRA

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Hay quien espera un acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP, y hay quien lo teme. Entre estos segundos me cuento después de lo que hemos visto estas semanas extrañísimas y tan poco edificantes que ha vivido la política catalana. Los obstáculos y los palos en las ruedas se sabía que ahí estarían. Sabíamos que Xavier García Albiol e Inés Arrimadas, que PP y Ciudadanos, seguirían en su escalada y en su competición sobreactuadísima por ver quién es más radical en contra de la mayoría elegida democráticamente para representar a los catalanes en el Parlament. Sabíamos esto y que arrastrarían a Miquel Iceta y lo que queda del PSC, tristemente. Todo eso ya lo teníamos. Pero el espectáculo a cuenta de si Artur Mas es votado o no como presidente, y la consiguiente carencia de gobierno y el ataque de ansiedad a que se ha sometido la hoja de ruta soberanista, todo esto ya era menos previsible. Mi duda es si, llegados a este punto, estas circunstancias, con Mas de presidente, no seguiría así con su Ejecutivo y la legislatura en manos de la CUP.

El presidente, con razón, se molestó por las filtraciones que desde el Govern, al más alto nivel, se hicieron a los medios para airear las discrepancias internas por las cesiones con los cuperos. «¿Queréis elecciones anticipadas, quizás?», les preguntó con la clara intención de regañar y de recibir como respuesta un no.

Filtraciones lógicas

Pero el caso es que esta tensión y estas filtraciones son del todo lógicas. Las tensiones por ceder en cuestiones de fondo y de forma con la CUP son lo más normal del mundo que existan en un universo de votante que está a años luz de los planteamientos del partido que ahora encabeza Antonio Baños en el Parlament. Y las filtraciones al más alto nivel, gran deslealtad con el presidente y falta de compromiso con la promesa hecha de guardar el secreto de ciertas deliberaciones, son un claro síntoma más (y ya van unos cuantos) de descomposición de una fuerza política, Convergència, que seguramente no podrá esperar a la primavera para hacer cierre de etapa (y con toda seguridad también de proyecto político) como tienen formalmente calendarizado.

Y al César lo que le corresponde: la lectura del 27-S que hizo desde el minuto uno la CUP la tendría que haber hecho Convergència. Otra cosa son los mil y un condicionantes que tiene el partido de Mas, electoralmente fundido en la fórmula Junts pel Sí. Pero es evidente que el independentismo tiene que seguir creciendo y sumando. Por lo tanto, a todo el mundo le conviene que Convergència no ceda. No en todo, no en lo esencial, no en nada a cualquier precio. No le conviene. Ni a ella ni a la CUP, ni a los votantes de los unos y de los otros ni al conjunto del país.