tú y yo somos tres

Teléfono rojo en La Zarzuela

FERRAN MONEGAL

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Ha sido sangrantemente oportuno el pase por TV-3 de La familia irreal, justo cuando saltaba la noticia de la nueva imputación de la infanta Cristina. El espectáculo de Dagoll Dagom y los polacos de Minoria Absoluta, que con tanto éxito se viene representando en el teatro Victoria desde octubre del 2012, visto por la tele, en plena sacudida judicial a la Infanta, redimensiona la magnitud de la regia tragedia.  Por más que el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, intentase rebajar el drama declarando al programa de TVE-1, Audiencia abierta«No podemos hablar de annus horribilis», la verdad es que el clima en La Zarzuela lleva tiempo siendo bastante horroroso. En esta sarcástica parodia musical que emitió TV-3 hay sal gorda, y momentos un poco estripats, pero también hay instantes de una profundidad corrosiva y tremenda. Ese sketch en que toda la regia familia acaba absorbida, tragada, deglutida, por un inmensa taza de váter que aparece en escena a modo de trono, por ejemplo, es de una causticidad vitriólica. O cuando el Monarca, acompañado de toda la parentela, decide usar el teléfono rojo para llamar a los importantes amiguitos que pueda tener desperdigados por el mundo, para que le echen una mano, es una estampa tan patética como definitoria. Como concesión al espíritu sainetesco, han recreado también a las criaturas encausadas, Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón, en una supuesta situación extrema: acaban por las calles como dos sin techo, rebuscando en los cubos de basura. ¡Ahh! Es una hipótesis ingenua. Esta posibilidad sí que es irreal completamente. El número final del espectáculo retrata con más precisión lo que suponemos que va a suceder: toda la regia familia, al completo, acaba cantando alegremente: «Aquí no passa res / Som la familia irreal / ¡Sempre seguirem igual!». Efectivamente.

WYOMING Y BUENAFUENTE .- También los grandes mordedores de La Sexta, Wyoming y Buenafuente, se aplicaron sobre el tema. El primero, en El intermedio, repasó el párrafo del juez Castro («La actitud de la Infanta es propia de quien mira para otro lado»), y apostilló: «Es dificil fijarte en un libro de contabilidad si el que te lo enseña es un duque empalmado». Tres horas después, Buenafuente abría su En el aire diciendo: «La Infanta ha sido imputada. O sea, que ya queda menos para que sea indultada». ¡Ah! La virtud de estos mordedores es que se atreven a decir lo que la mayoría de la ciudadanía piensa.