Editorial
La tele estrena códigos de idoneidad
Los pictogramas comunes a todas las cadenas deben facilitar el objetivo de proteger a la población infantil
Los ciudadanos que vivieron bajo el franquismo recuerdan que uno de los signos de la mojigatería de aquel régimen totalitario y represor eran los famosos rombos que aparecían en las pantallas de Televisión Española -la única existente entonces- a la menor ocasión en que los guardianes de la ortodoxia moral entendían que el contenido de un programa (mayormente, una película con algún atisbo de erotismo) podía ser pernicioso para los espectadores. Este carpetovetónico sistema pasó a la historia, por fortuna, hace ya mucho tiempo, pero eso no niega la necesidad de que un medio de comunicación y entretenimiento masivo como es la televisión se dote de códigos que orienten a los espectadores -y muy especialmente a los padres de niños menores de edad- sobre la programación.
De hecho, todas las cadenas colocan desde hace años moscas informativas en un ángulo de la pantalla a modo de guía sobre el contenido de muchos de sus programas, pero hasta fecha reciente no ha habido una unificación de criterios que permita al espectador elegir o rechazar un programa de acuerdo con un único baremo fiable. La Comisión Nacional del Mercado y la Competencia, el organismo que en España tiene la misión de regular el sector audiovisual, da ahora un paso más y se dispone a dar vía libre a un abanico de pictogramas comunes para las diversas cadenas, lo que redundará en beneficio de los espectadores. Para completar el objetivo de proteger a la población infantil y juvenil, esta iniciativa debería ir acompañada de un mayor cumplimiento de la prohibición de emitir en horas diurnas programas inadecuados para los menores. Es cierto que se ha avanzado en este terreno, pero las infracciones no son excepcionales. El control sería mucho más eficaz si España dispusiera de un regulador audiovisual específico y no de una estructura de mínimos como un departamento de la CNMC.
La televisión sigue siendo un medio potentísimo, pero hoy el mayor riesgo de acceso a contenidos contraindicados para menores proviene de internet. De modo que bien está el código televisivo que ahora se estrenará, pero eso no eximirá a los padres de una responsabilidad indelegable: controlar directamente lo que quieren que vean sus hijos en una época en que las pantallas a su alcance se han mutiplicado.
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