La clave

Política de datos

ALBERT SÁEZ

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Uno de los rasgos de la tecnopolítica es el uso que hace de los datos. Al modo y manera de los mejores años del boom económico, hoy la cifras tienen más credibilidad cuanto más catastróficas son. Ciertamente, la realidad social ha empeorado de manera substancial aunque durante años algunos lo  hayan intentado ocultar. Ahora lo pagan en las urnas gracias a esa legión de activistas que han llenado las redes con los datos sobre el número de hogares sin ningún ingreso, el porcentaje de menores en riesgo de pasar hambre, el montante de los desahucios o el total de jóvenes que se han marchado del país.

Si vamos a centrar el debate político en los datos deberemos hacer, como ciudadanos responsables, un breve curso de estadística. Así, es preciso distinguir entre las encuestas y los registros. En el primer caso los científicos sociales tratan de conocer una realidad social a través de una muestra.  En el segundo se trata de agregar y visualizar los datos que los ciudadanos entregamos a las administraciones, por ejemplo, en la declaración de la renta. De igual manera hemos de distinguir entre las cifras relativas y las absolutas. Este año, por ejemplo, el PIB español va a crecer cerca del 4% pero la suma total será inferior en 20.000 millones de euros al del 2008. Crecemos pero somos más pobres.

No todo vale lo mismo

Hay que decir que en una España donde se calcula que el 20% de la riqueza se maneja en negro, casi todas las cifras están distorsionadas. Con todo, esta inmersión en el mundo de las estadísticas nos ha de permitir distinguir el grano de la paja. Hace poco más de una semana, el Ayuntamiento de Barcelona presentaba datos sobre la pobreza infantil en la ciudad. Era una encuesta a 1.200 hogares de los que se desprendían  unos escalofriantes porcentajes de menores con déficits alimentarios severos. Si lo trasladamos en números absolutos superaban los 3.000. Un número indecente entre una población infantil total de 214.000 personas. Y era una encuesta. Este jueves, el Idescat presentó una estadística -registro- que sitúa la pobreza por debajo de España y por encima de la UE. Datos, datos, datos...