Tecnología, política y ciudad
"Combinar ciudades inteligentes, infraestructuras inteligentes y ciudadanos inteligentes, gracias a estas poderosas tecnologías, nos va a permitir gestionar de manera más responsable los bienes públicos"
Laia Bonet
Teniente de alcaldía de Transición Digital del Ayuntamiento de Barcelona.
LAIA BONET
Este martes se ha inaugurado la nueva edición del Smart City Expo World Congress. Este miércoles y el jueves asistiré a varias sesiones de trabajo y reuniones en esta imprescindible cita que, junto al Mobile World Congress, hacen de Barcelona la capital de la tecnología aplicada a la vida cotidiana y a la gestión inteligente de infraestructuras y territorios. La ciudad tiene una deuda eterna con las administraciones y personas que hicieron posible estos acontecimientos en nuestra ciudad.
Estoy convencida de que la gestión inteligente de territorios e infraestructuras, con la cogestión de usuarios, clientes y ciudadanos, permite un nuevo concepto del espacio público y, también, de los servicios públicos. Barcelona tiene las condiciones para liderar –a nivel mundial– las tecnologías (y las políticas) que hagan posible otro modelo de desarrollo más eficiente, más eficaz y sostenible. Voy a implicarme a fondo en este desafío, y estoy segura de que se abren posibilidades nuevas para una gobernabilidad más abierta y más participativa. Una gestión de lo público que sea el punto de encuentro entre empresas, administraciones y ciudadanos que comparten el espacio y los recursos de la ciudad.
En un reciente y significativo estudio titulado 'Los 10 rasgos de áreas metropolitanas que influyen globalmente', se señala que las características que hacen de una ciudad metropolitana un centro de gravedad de influencia global dependen, fundamentalmente, de dos grandes capacidades. La primera, la voluntad pública y privada de acoger y promover más conocimiento e innovación, que requiere de un alto nivel de capital humano para generar nuevas ideas, métodos, productos y tecnologías. Y la segunda, y muy importante, la conectividad internacional y el papel del gobierno local como conector y dinamizador de la riqueza y posibilidades de desarrollo de nuestras ciudades.
Lamentablemente, el conocimiento que desde la política institucional se tiene de las posibilidades de la tecnología para la política y la nueva gobernabilidad de lo público queda reducido, demasiadas veces, a la gestión interna de procesos y servicios. Pero estoy convencida de que se abren nuevas oportunidades para que ciudades como Barcelona, lideren las soluciones tecno-políticas que nos permitan una mejor gestión y una mejor implicación de la ciudadanía en las cuestiones públicas.
El impulso de la participación ciudadana a través de la tecnología, la cogestión de recursos, iniciativas de Open Government y convertir el conjunto de la ciudad en un gran flujo de Big Data público pueden ofrecernos conocimiento y perspectivas nuevas para solucionar o intervenir en el espacio público con nuevos fundamentos.
No soy una experta, en absoluto, y quiero comprender y entender estos cambios para poder actuar y gestionar responsablemente. Aunque sí tengo una visión y una certeza: si Barcelona se limita a acoger citas impresionantes como las referenciadas, pero no desarrolla una cultura política sobre las nuevas posibilidades de la tecnología social para la planificación, gestión y codecisión de lo público, no estaremos comprendiendo este gran cambio cultural. Acoger no es lo mismo que entender y desarrollar. Y esto le puede pasar a Barcelona si no tiene el liderazgo político adecuado, como se demuestra en el reciente estudio del Centre Tecnològic de Catalunya, 'De la ciutat intel·ligent als negocis intel.ligents', en donde se destacan los modelos de Estocolmo, Rio de Janeiro o, sin ir más lejos, el de Santander, como ciudades que bien comprenden lo que significa esta nueva concepción. Tenemos las condiciones, pero nos puede fallar el liderazgo.
Combinar ciudades inteligentes, infraestructuras inteligentes y ciudadanos inteligentes, gracias a estas poderosas tecnologías, nos va a permitir gestionar de manera más responsable los bienes públicos, de financiación siempre limitada. Y ofrecer escenarios de oportunidades para nuestras empresas, emprendedores y ciudadanos. Barcelona ciudad digital y global. Este debe ser el reto. Contribuyamos a él.
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