Dos miradas

Teatro y política

El teatro es la representación de la vida ajena que se convierte en parte de nuestra vida, pero también puede ser vivencia extrema, sin el tamiz de la técnica

Nora Navas, Marta Marco y Carlota Olcina, en una escena de 'Dansa d'agost'.

Nora Navas, Marta Marco y Carlota Olcina, en una escena de 'Dansa d'agost'.

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Este lunes se conmemora el Día Mundial del Teatro. Elogio de la caducidad, de lo que es volátil y etéreo, y, al mismo tiempo, de lo que permanece, de la perennidad. Nunca volveremos a ser los que éramos cuando vimos, por ejemplo, la dulce tragedia de aquellas cinco hermanas en 'Danza de agosto', y nunca más podremos volver a la noche donde las vimos bailar. Sin embargo, aquel baile desaforado y alegre, al abrigo de las maldades que habían de venir, formará parte, para siempre, de nuestra memoria sentimental. Con cuerpo, con evidencias reales, con la conciencia de la conmoción que provocó. Esto es el teatro: la representación de la vida ajena que se convierte en parte de nuestra vida.

Hay momentos, sin embargo, en que el teatro es también vivencia extrema, sin el tamiz de la técnica. Es el caso de 'Claudia', la historia de la niña argentina que, con ocho meses fue apartada de sus padres (asesinados por la dictadura de Videla) y dada en adopción a un militar y su esposa. La primera "hija" que denunció a los "apropiadores". La misma Claudia Poblete (durante 20 años se llamó Mercedes) es la protagonista del montaje. Ella y su experiencia. "Vuelvo a pasar por todo todas las veces que subo al escenario". Comparte con el espectador, sin método, solo con la piel, lo que es intransferible. Y esto también es teatro, político y de denuncia. De reconstrucción histórica. Teatro de aludes y de piedras que se mantienen incólumes.

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