Al contrataque

¿Teatro o política?

ERNEST FOLCH

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A veces lo trascendente es incompatible con lo grandilocuente. Junqueras empató el partido del soberanismo con una propuesta aparentemente discreta y poco ruidosa, pero sutilmente compleja. Unos días antes, Mas había lanzado un plan valiente y novedoso, inédito en un presidente de la Generalitat, que tenía sin embargo un aire de todo o nada. O lo coges o lo dejas. La astucia de Mas fue subir el tono. La habilidad del líder republicano ha sido bajarlo: el martes no hubo metáforas ni épica inflamada. Por no haber no hubo ni siquiera una ruptura del sistema actual de partidos: mientras Mas llamaba a superarlo, Junqueras se limitó a buscar puntos en común. La gran paradoja es que a día de hoy Junqueras es el pragmático y el 'assenyat', mientras Mas aparece, por contraste, como el 'arrauxat' y el utópico, una extraña inversión de papeles en un proceso que lo transforma todo.

Y en las profundidades, como un mar de fondo, late una discrepancia grande sobre el peso de la ideología en el momento previo al último paso. Porque en la conferencia de Junqueras subyace una idea esencial y legítima, y es que no es posible ni deseable renunciar al eje izquierda-derecha, ni siquiera en este momento histórico. Su gran aportación consiste en no dirigirse ni a los convencidos ni a sus incondicionales, que esperan el advenimiento de la independencia desde hace décadas. Con la propuesta de mantener listas separadas, Junqueras logra preservar la diversidad ideológica del ecosistema, precisamente para no perder ni un apoyo de esta franja de votantes que se incorporaron tarde al soberanismo, lo hicieron poco convencidos o incluso aún no lo han hecho.

La duda hamletiana

No fue pues un mensaje fácil ni tan siquiera agradable de escuchar para los que siempre tenemos prisa: a corto plazo, siempre es más apetecible el caramelo de la epopeya. Pero bien digerido es incluso saludable: nos guste o no, la anhelada mayoría independentista en Catalunya solo se alcanzará maximizando cada uno de los votos e integrando cada una de las sensibilidades. Pero el contrataque silente de los republicanos al órdago estridente de Convergència lleva al soberanismo a otra encrucijada: lista única o listas separadas, la última duda hamletiana del proceso. Llegados a este punto, lo cierto es que nadie posee la brújula infalible del proceso, que se caracteriza por ser laberíntico y sumamente complejo. En algún momento, alguien decidió que los siguientes pasos debían, antes de compartirse en privado, vociferarse en teatros.

Pero llenados los escenarios, convencidas las audiencias y recibidos los correspondientes aplausos, es la hora de apagar los focos, cerrar los micrófonos y ponerse a negociar. Ha llegado el momento que el proceso deje de retransmitirse en directo. Menos teatro y más política.