Peccata minuta
Un tal Modiano
Nuestro autor no solo llevó al cine varios de sus textos, sino que también coqueteó con el teatro con su Poupée Blonde
Hace ya 30 años que el carrusel belle époque de la Place de l'Horloge de Avignon gira incansablemente lánguido bajo el sol, las nubes y la lluvia provenzal a los acordes de músicas de otros tiempos. La noche del 5 al 6 de febrero del 2012 un conductor a la fuga se estampó contra el tiovivo, dejándole casi tiomuerto. La reparación se encomendó a la empresa Bertazzone y el mecanismo fue desmontado y transportado al taller italiano por varios camiones en procesión. El viernes 6 de abril del mismo año, y en presencia de las fuerzas vivas de la ciudad, el manège y su boîte à musique volvieron a iluminar la plaza.
Asistí por primera vez al Festival de Teatro de Avignon en 1983: el carrusel aún no estaba allí, pero Pina Bausch presentaba Nelken en la Cour d'Honneur del Palais des Papes, una de las más reveladoras bofetadas que he recibido en mi vida de espectador. Al día siguiente, callejeando por la ciudad vieja -tal vez por la Rue des Boutiques Obscures, en la que aquel detective amnésico sigue todavía rastreando su propia identidad- me topé con un escaparate presidido por un libro de color vainilla que llevaba por título Vestiare de l'enfance Vestiare de l'enfancey que estaba firmado por un tal Patrick Modiano.
Desde entonces, a cada nueva edición del festival, he ido adquiriendo un nuevo ejemplar -y solo uno- de su creciente bibliografía. Y, sentado en la terraza de la cafetería La Civette, ya a la sombra del flamante carrusel, he ido deambulando por los paisajes de mi amigo, nacido en 1945, año de la liberación, residente en un neblinoso París recién emergido de la segunda gran guerra inmortalizado por el fotógrafo Doisneau. Modiano, hijo de un comerciante judío y de una madre actriz que nunca estaban en casa y hermano de un hermano que murió a los 10 años, no solo proyecta su nostalgia hacia las cosas vividas; va más allá del olvido explorando su propia prehistoria, la de las canciones que le precedieron.
Nuestro autor no solo llevó al cine varios de sus textos, sino que también coqueteó con el teatro con su Poupée Blonde, editada en 1983, justo cuando Maurice Théophilos debía andar iniciando las gestiones municipales para varar su carrusel. El argumento básico se explica en pocas palabras: una pareja de jóvenes, muertos de accidente a los 20 años, resucitan para reprocharles a sus amigos, ya resignados cuarentones, que un día se juraron tener siempre 20 años.
He pedido los derechos de autor, como intenté fallidamente hace ya 20 años. Y, vista la imposiblidad de estrenarla en las Galerías Condal de la Gran Via o en el Windsor de la Diagonal, me gustaría hacerlo en el Théatre Municipal de la Place de l'Horloge -ahora Opéra Grand Avignon-, justo enfrente de mi modianesco carrusel. Y también que Patrick viniera al estreno y le gustase.
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