El cuerno del cruasán

Susana y los viejos

Se nota que a los políticos españoles retirados no les basta con una pensión de lujo ni una asesoría de una fundación

JORDI PUNTÍ

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¿Yahora qué hacemos con Miguel Ángel Rodríguez, ese fiel portavoz de Aznar? ¿Qué hacemos con sus palabras, cuando dice que «a Mas le iría bien que le fusilaran»? (Luego alguien le ayudó diciendo que era una metáfora, por si acaso.) ¿Hay que ridiculizarlo? ¿Hay que denunciarlo? ¿Hay que darle un programa en la tele, para que se desahogue hasta que se atragante con sus sapos? No, porque es lo que quiere, es la adrenalina que le da vida. Quizá la única respuesta es que deberíamos ignorarle -como no estoy haciendo, lo siento-, castigarle a su esquina de pensar. Porque lo demás ya se ha intentado: ya tuvo su programa para insultar, ya le han condenado por llamar nazi a alguien (supongo que metafóricamente).

¿Qué hacemos con Miguel Ángel Rodríguez, pues? Y ya que estamos, ¿qué hacemos con Felipe González y Alfonso Guerra, cuando chochean a dúo? ¿Y con José María Aznar? ¿Y qué hacemos con Joaquín Leguina? Por si le han olvidado, es ese socialista que fue presidente de Madrid y que ahora, para sentirse vivo, se dedica a repetir tópicos sobre los catalanes... ¿Qué hacemos con los políticos españoles retirados? Se nota que no les basta con una pensión de lujo. Ni con una asesoría de una fundación, o en un consejo de administración privado y una agenda de aristócrata. No. Igual que futbolistas veteranos, de vez en cuando salen a jugar un partido y, emocionados, chutan todo lo que se mueve. Ahora lo que se mueve es el problema catalány les va muy bien para exhibirse. Se envalentonan, se excitan como en los viejos tiempos. Da igual de qué partido, a todos les gusta usar la metáfora del órdago, así demuestran que saben jugar al tute y que pueden ser muy campechanos. ¿Qué hay que hacer con toda esta panda, además de ignorarlos? Quizás estaría bien que sus compañeros de partido les replicaran, en lugar de escucharles en silencio. Estaría bien que algún amigo les dijera que hacen el ridículo y que no son un modelo de democracia. Nos ahorrarían a todos el espectáculo de su descaro, de su estupidez.