Sufrir es señal de vida

Tengo que decir, de entrada, que todas las creencias religiosas me merecen un gran respeto. Sea cual sea la etimología, es un hecho que el ser humano tiende a liarse con ideas o creencias y a incorporar a su vida un "legado" espiritual o ético. Pero el respeto me parece perfectamente compatible con la desconcertante, para mí, diversidad de religiones. 

Fui educado en una fe cristiana -más precisamente, católica- durante la adolescencia. Pero perdí la fe y espero haber conservado las dos otras virtudes teológicas: la esperanza, simplemente en el transcurso de la vida en este mundo, y la caridad, entendida como respecto a los demás. No coincido, pues, respetuosamente, con las palabras de Jorge Fernández Díaz que recoge Olga Pereda para este diarioJorge Fernández DíazOlga Pereda, basadas en una entrevista del político en el documental 'El Colibrí'

"A veces le pregunto a Dios por qué me ha colocado aquí", dice Fernández Díaz. Hacer una pregunta a Dios me parece un hecho extraordinario, y todavía más porque no se puede esperar una respuesta explícita por parte de Dios. Nos podemos preguntar, nosotros mismos, por qué hacemos esto y no hacemos aquello, pero esperar que Dios aclare a millones y millones de seres humanos por qué le tiene que tocar hacer a cada uno de ellos una vida y no otra...

LAS VIRTUDES CARDINALES

"Pero el Señor me dijo que hasta aquí habíamos llegado". Fernández Díaz ha encontrado en Dios un punto de referencia, una plataforma de seguridad, después de una vida accidentada, dice. Mi respeto, sinceramente. Pero pienso que la política se ejerce en un terreno a menudo espinoso, que hace difícil la práctica de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. 

A menudo aparece la pasión partidista, o cualquier otro tipo de pasión. Porque existe una pasión lujuriosa pero también una ascética. Quizá sí que, etimológicamente, una pasión es un sufrimiento. Justificado o no, el sufrimiento es una señal de vida.