La clave

La sudadera de Romeva

JUANCHO
Dumall

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El recurso al estilismo para transmitir un mensaje ideológico es tan viejo como la política. Aquí hemos tenido casos tan llamativos como el de la pana de Felipe González y Alfonso Guerra antes de 1982, una manera progre de llevar traje sin caer en el tergal pequeñoburgués. O las chaquetas de lana con cremallera que a Marcelino Camacho le tejía su mujer y que se convirtieron en prenda indispensable para el armario de todo dirigente obrero. O, más cerca, las camisetas con mensaje de David Fernàndez, toda una novedad en el Parlament y una fórmula eficaz de comunicación no verbal en tiempos presididos por los medios audiovisuales y por las redes sociales.

La fotografía que el jueves se hicieron los flamantes diputados de Junts pel Sí en las escalinatas del Parlament forma parte de ese intento de transmitir una posición ideológica a través de la vestimenta. Nada de corbatas, ni trajes gris marengo, ni gemelos en los puños de la camisa. En esta legislatura se impone la chaqueta informal, la camisa desabrochada, el calzado deportivo y los tejanos de última generación. Un contraste, como se ha señalado estos días, con la foto que el grupo parlamentario de CiU se hizo en diciembre del 2012 en idéntico escenario, en una imagen en la que el único color lo aportaba la alfombra roja de la noble escalera.

Estética y épica

La nueva estética del grupo de Artur MasOriol Junqueras y Raül Romeva es más adecuada para la épica juvenil del viaje a Ítaca y huye del look de la política asociada a los negocios, que tantos disgustos nos ha dado en Catalunya.

Pero de todas las nuevas prendas que van a tener que contemplar en esta legislatura los sempiternos ujieres, la más llamativa es la sudadera gris que lució Romeva. Prenda informal, deportiva y juvenil, tiene el tono de rebeldía que le aporta la capucha -tan imprescindible para el hip hop como para la kale borroka- e indica toda una predisposición a acercarse por la vía estética a los muchachos de la CUP en este momento crítico.

Conclusión: lo que aprieta no es el nudo de la corbata, sino el no de Antonio Baños a investir a Mas.