Un problema enquistado

'Stop manta'

La única forma eficaz de luchar contra la venta de productos falsificados es multando a los compradores

XAVIER BRU DE SALA

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Ya es mucho, pero no basta, que las nuevas autoridades municipales barcelonesas hayan llegado a la conclusión de que el top manta no se debe estimular con una disminución de la presión de la Guardia Urbana sino que hay que acotarlo al máximo. Es mucho que la alcaldesa Colau hable de reinserción, pero con el anuncio de buenas intenciones los manteros no se abstendrán de montar sus paraditas. Después de años de pedir permiso a los senegaleses para entrar en casa -vivo en una de sus calles preferidas y ellos no respetan los portales-,puedo dar fe de la proporción entre el horario de la policía y la venta ilegal. En la época de Hereu, cuando los agentes se esfumaban a media tarde, las cosas iban peor que más adelante, cuando Trias amplió el horario policial hasta el anochecer. Los manteros aparecen de la nada, pero se instalan, con precisión newtoniana, en el mismo minuto en que cesa la vigilancia. Por eso, no por capricho, la Administración municipal anterior pagaba un pico en horas extras a la Guardia Urbana.

Desconozco los márgenes y las cifras de negocio, pero las pocas estimaciones que se han hecho hablan de millones. Es difícil saber si se trata de víctimas de una explotación mafiosa y esclavista, si duermen amontonados en pisos patera o si se benefician de un régimen cooperativo. Que la práctica totalidad sean senegaleses, que no tengan rivales, ni organizados ni espontáneos, conduce a sospechar de una estructura piramidal con cúpulas armadas que controlan las rutas de las mercancías clandestinas y los territorios. Como hemos podido comprobar, top manta¿Es posible alguna comparación con el esclavismo de la prostitución, con la diferencia de que unos venden objetos falsificados y las otras son obligadas a dejarse violar por los clientes? ¿Se trata, por el contrario, de cooperativas de subsistencia, desarmadas y solo esporádicamente violentas, que disfrutan de la exclusiva gracias a la especialización? ¿Pequeños núcleos independientes coordinados o estructura mafiosa piramidal? ¿Cúpulas que ganan el dinero ilegal a espuertas o margen escaso y beneficio muy repartido? El muro de la opacidad tribal senegalesa se interpone ante la verdad, la policía y el periodismo.

No hay duda, en cambio, de la complicidad de los clientes, una multitud con pleno conocimiento de contribuir a una estafa y de estafar. Falso y barato, pero luce como si fuera auténtico. He aquí el beneficio del cliente, consciente del fraude que comete. Pero alerta, compradores, la impunidad no impide que la venta de falsificaciones esté tipificada como delito en el Código Penal. ¿Y la compra?

No haría falta ni reiterar los perjuicios que ocasiona el top mantaNo pagan impuestos. No respetan las patentes ni la propiedad de los diseños. Proporcionan una imagen de ineficiencia de la autoridad y las administraciones. Y proliferan. Los municipios más turísticos están desbordados. Si no se encuentra una manera eficaz de reducir la venta en la calle, el negocio continuará extendiéndose. ¿Cómo habría que luchar? Por lo que hemos visto hasta ahora, los esfuerzos policiales son insuficientes. Por mucho que en Catalunya los Mossos se ocupen del tema con indudable profesionalidad, la falta de cobertura legal y las propias características de las redes de senegaleses convierten el top manta Ya pueden aparecer cantidades enormes de estupefacientes y fajos de billetes en los medios de comunicación, que los consumidores no se quedan nunca sin el producto.

¿Donde podríamos encontrar, pues, la clave? Con multas a los clientes. Como se hace en Suecia y otros países con la prostitución. Como se denuncia, sin salir de Barcelona, a miles de coches mal aparcados a partir de fotos o de filmaciones. Solo hace falta una cobertura legal que considere al comprador  colaborador necesario de una actividad delictiva, o el acto de compra como un fraude, y que obligue a los agentes de la autoridad a sancionar a los compradores y a decomisar de manera cautelar los productos comprados. De este modo sí se reduciría el top manta, casi hasta la extinción. ¿Es posible? Vayan a París y pregunten cómo lo han hecho los franceses para que la ciudad más turística del continente no esté invadida por el top manta.

Francia es el primer productor mundial de artículos de lujo. La mayor parte de marcas falsificadas son francesas. Ellos son los grandes perjudicados. En consecuencia, han reaccionado. Vender sin permiso no solo comporta prisión de seis meses a un año para los manteros, sino también multas para los compradores. También, según testigos fidedignos, la exhibición pública de unas gafas, un bolso o una prenda de vestir falsa. En Francia, mejor no arriesgarse.

Pues bien, si lo hacen en Francia, y funciona, ¿en nombre de qué no importamos el modelo?