Al contrataque

'Stand by me'

La semana pasada, como dice la canción, llegó la noche y con ella la oscuridad. Espero que estés bien, Vicaría

MANEL FUENTES

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Las relaciones más potentes son aquellas que no se pueden explicar. Las que no tienen un porqué ni un para qué. No se pueden esquematizar en una pizarra. No responden a ninguna aburrida teoría. El vínculo no se ha creado a fuerza de transitar por las vías reglamentarias y previsibles de las relaciones sociales. No nacen de la rutina. Hubo una primera explosión, sí. Pero también combustible suficiente como para que el lazo haya durado una vida. Para que sea para siempre. Los grandes amores y las grandes amistades son así.

Allí, lo intangible manda y sostiene, y lo obvio y evidente hace bostezar. Ese magma invisible contigo se gestó entre risas, conduciendo de noche con las ventanillas bajadas y la música alta. Sintiéndonos imbatibles. Apurando las mañanas para llegar a la facultad. Buscándonos la vida en la radio. Canciones, menús y gintónics. Siempre a punto para escuchar los problemas del otro, jurando que no iban a poder con nosotros. Noches insensatas. Días ocupados. Y un abrazo como seguridad absoluta de que nada malo iba a ocurrir. Y un himno. Stand by me.

El mapa del tesoro

Estando todo equivocado, estaba todo bien. El mapa no se ajustaba nunca al territorio. Al menos al que todos veían. Pero daba igual. Era más divertido creer en un mapa del tesoro que nunca acababa de llegar. Sosteniendo la apuesta. Belushi a todo ritmo.

Versos de canciones y frases de cine grabadas a fuego. Piel de gallina. Desengaños y adversidades digeridas en petit comité mientras que la sonrisa y el cachondeo era la tarjeta de visita. Espinitas clavadas. Memoria sin rencor. Y certezas absolutas. Amistades sagradas. El núcleo duro. Reconocer a los que siempre estarán si algo va mal. Y esos nunca son muchos. Blancos y negros. Hasta que la vida se impone y se entra en la gama de grises, en la edad de facturas por pagar, de llamadas y visitas espaciadas por el trabajo, de los compromisos y las bodas y las hijas y los hijos. Pero la canción sigue sonando de fondo. Y la complicidad sigue estando ahí. Basta un telefonazo. Un mensaje. Un café, para que el mapa de los sueños con memoria vuelva a mostrar el tesoro custodiado. Para que vuelvan las risas sobre nuestras pretensiones juveniles y nuestras bobadas. Y para reírnos una vez más de los que miran a la gente por el cargo que ocupa o la fama que tiene. De los que te veían solo como un jefe de prensa o a mí como a un dibujo animado. En nuestro mapa no había cargos ni apellidos. Para ti yo era Manu y tú para mí, Manel. Pero la semana pasada, como dice la canción, llegó la noche y con ella la oscuridad. Espero que estés bien, Vicaría, pero que sepas que aquí abajo tus princesas, tu familia y tus amigos esperamos que te expulsen de vuelta para que nos puedas cantar otra vez ese Stand by me.