tú y yo somos tres

Soy limpiadora, ¡ay, qué risa!

FERRAN MONEGAL

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Ha sido particularmente hiriente el posturismo de Ana Obregón, esta semana, en el programa de TVE-1 Trabajo temporal. La han contratado para que haga de limpiadora, de camarera de habitaciones, en un hotel de cinco estrellas, un ratito. Vestida de uniforme, simulando que limpiaba, le decía a la limpiadora de verdad que le habian puesto de compañera: «¿Aquí no os desriñonáis?  La gente es muy guarra. El baño me da mucho asquito». Pero inmediatamente se reía y agarrando el espray limpiacristales se sentaba cómodamente en una butaca («¡Qué bien se limpia sentada! Ji, ji») y se ponía a frotar la mesa, tan ricamente aposentada, mientras la limpiadora de verdad iba de rodillas. Visto el ejercicio, ha quedado clarísimo que Ana Obregón se lo ha pasado pipa. Eso de hacer de mucama -como dicen en América Latina- o de maid -como dicen en los países de habla inglesa- ha sido para ella muy entretenido. Algo pintoresco, ¡ay! qué risa, qué divertido. Se solapa este posturismo con las manifestaciónes de las limpiadoras de verdad. Manifestaciones que han estado realizando en Lanzarote, en Lloret, y en otros puntos de nuestra geografía turística, y en las que denuncian la sobreexplotación que sufren. Les pagan dos euros por habitación. Tienen que limpiar entre 15 y 17 habitaciones por día. Durante el boom ocupacional trabajan hasta 26 días seguidos sin una sola jornada de descanso. ¡Ah! Ninguna de estas limpiadoras de verdad sale del hotel como ha salido la Obregón: por la puerta principal, la mar de maravillosa y divertida, y con un ramo de flores obsequio de la dirección. Las de verdad salen por la de servicio, agotadas, y  con la fabulosa paga de 45 euros en el bolsillo. Que TVE-1 haya comprado y emitido un ejercicio como este demuestra una vez más la degradación del concepto de televisión pública.

LAS VACACIONES DE DIOS.- Para terminar temporada, El foraster  Quim Masferrer (TV-3) ha visitado Formentera. En casa nos ha gustado mucho su encuentro con el mosén de la isla. Le decía Quim, subyugado ante aquella parroquia situada en lugar tan paradisiaco: «¡Dios debe pasar las vacaciones en Formentera!». Y el cura, esbozando una sonrisa, contestó: «Dios siempre está de vacaciónes». ¡Ah! Visto como funciona el mundo, las guerras, el hambre, los refugiados, los niños... Visto el diseño celestial de la vida, el mosén tiene razón: parece que Dios esté de vacaciones desde hace mucho.

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