Gente corriente

«Soy bailarín de tango, argentino y musulmán»

Juan José Fares recorre el mundo bailando tango. Antes, llevó a cabo su peregrinación a La Meca. El islam danza con él.

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CARME ESCALES

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Su abuela, que le enseñó a cantar tangos, fue la mecha que encendió en Juan José Fares (Buenos Aires, 1987) la pasión por el baile que es su billete de avión con destino a cualquier país, a la gente y a la vida que eligió. Bautizado como Juan José, pero conocido como Emir, en la trastienda de la ferretería de su abuelo, en el barrio José Ingenieros de la capital argentina, aprovechaba cuando no entraba nadie a comprar para bailar. Bailaba tangos de Troilo, Fiorentino, Di Sarli y Gardel, «hasta que llegaba un cliente y me veía. Puse un timbre para enterarme cuando alguien entraba y tenía que dejar de bailar».

-Y de la ferretería, ¿cómo saltó a escena? Un proveedor del negocio que me vio bailar le propuso a mi mamá llevarme a unas clases con él. Y allí empezó todo. Aprendí a bailar tango con jubilados. Pero desde pequeño siempre quise vestir traje y viajar por el mundo. Y gracias a Dios es lo que hago.

-¿Por qué le llaman Emir? En Argentina antes no permitían nombres árabes. Mis padres -argentinos, como los abuelos- me inscribieron como Juan José, pero me nombraron Emir para toda la vida.

-¿Es musulmán por tradición familiar? Siempre lo fui, siempre tuve mi fe en el islam. He estudiado otras religiones y culturas, y a medida que lo hacía, más entendía el Islam. A los 22 años, comprendí que debía asumir un compromiso sincero con mi religión y trabajar por ella, no ser musulmán de la boca para fuera. Es una decisión muy personal, muy de adentro. Sentí que trabajar para Dios de diversas maneras era la mejor inversión para mi alma. Sentí mucha sed de fe y conocimiento.

-¿En qué consiste su compromiso? Trabajo con un grupo de jóvenes en la Casa para la difusión del islam. Asistimos a los sin techo y visitamos a enfermos.

-¿Qué falsos mitos del islam desmonta? Hay una campaña de demonización del islam, con muchos intereses detrás. El islam no es terrorismo. El musulmán no asesina, no roba, no ejerce violencia. Al acabar de bailar y conversar con la gente, quedan atónitos al saber que soy argentino y musulmán. Yo muestro que el islam es algo natural, no vestimos túnica, ni montamos camello. Tampoco ponemos bombas. El Islam enseña que quien mata a una persona injustamente mata en ella a toda la humanidad y quien salva una vida, salva en ella a toda la humanidad, es la antítesis del ISIS (Estado Islámico). El islam es aceptación, paz, amor y libre albedrío.

-¿Y el baile, qué aporta a su vida? El baile es alegría y aporta salud a la vida. Si caminar hace bien al corazón, imagina cuántos kilómetros caminamos bailando tango una noche. Para mí es un honor representar a mí país en el mundo, mostrar nuestra cultura, nuestro tango. En Barcelona hay una gran comunidad tanguera.

-¿Cuál es el mensaje del tango? Es la danza popular surgida en la calle, en los arrabales de Buenos Aires, y hoy reina en todo el mundo. Puedes ver a un israelí y a una palestina bailando en una milonga, uniendo lazos, el baile, como el amor, no sabe de nacionalidades ni de religiones.

-Bailarín de tango musulmán, ¿hay más? En Argentina soy el único. Hay otro en los Ángeles. Alrededor del mundo, quien me conoce me recibe con comidas sin cerdo ni alcohol. Es muy lindo sentirse querido y respetado. Yo aconsejo viajar y conocer culturas, comprobar que el amor es el único lenguaje que entendemos todos.

-Usted baila y da clases de tango... Soy profesor y alumno. El bailarín nunca deja de aprender. Yo tomo clases semanales en el estudio del maestro Canelo, en el barrio porteño del Abasto. Allí sigo perfeccionándome y aprendiendo lo que no sé. Hablando en criollo: 'no te podés dormir'.