Pequeño observatorio

Soy amante de la reina del paladar

Como chocolate día y noche. ¿Cómo renunciar a un amor compartido que no tiene límites?

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JOSEP MARIA ESPINÀS

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En un artículo extenso sobre la gente obesa y la salud, Eva Melús nos hace saber que más de la mitad de la población de nuestro país está «pasada de kilos». En 30 años, la población mundial ha aumentado de peso un 24%. Es decir, una epidemia global asociada a la causa de muerte de las enfermedades cardiovasculares. Pero aquí me detengo, porque me salta a la vista la palabra chocolate.

Un estudiante de informática siguió una dieta para eliminar grasas y consiguió el autocontrol. Entre sus explicaciones puedo leer: «Sigo comiendo alimentos salados, pero no pruebo el chocolate, que me encanta». Hasta ahora yo estaba tranquilo, porque el chocolate es discretamente estimulante y mi trabajo habitual me impulsa a perseguir alguna idea, por modesta que sea, y después otra. Y si no me equivoco, el chocolate contiene teobromina, una sustancia que tiene un gran valor calórico. Por otra parte, diría que teo es una palabra que se refiere a Dios. El lector comprenderá mi chocolatismo si se tiene en cuenta que teobromina en griego significa comida de los dioses. ¿Se puede hacer un elogio mayor del chocolate?

Con el paso de los años he ido olvidando muchas cosas. Es la penitencia que algunos tenemos que aceptar por seguir viviendo. Pero hay algunas extrañas resistencias al olvido. En mi caso, hay una que me sorprende. Cuando era muy pequeño, mucho, mis padres me llevaron a una representación teatral infantil. ¡Quizá hace 80 años de eso! Y mi recuerdo –el único, tal vez, de ese tiempo– es un fragmento de una canción que todavía me sé: «Chocolate, chocolate, es la reina del paladar...»

Ha pasado toda una vida y como chocolate día y noche. No negaré que el exceso pueda hacer daño, como puede ocurrir con muchos abusos. ¿Pero cómo renunciar a un amor compartido que no tiene límites? Si yo fuera amigo de las rarezas, pediría que antes de morir me pusieran un poco de chocolate en la lengua.