La rueda

El sorprendente Papa sostenibilista

Los pecados de lesa humanidad desplazan a las enfermizas obsesiones sexuales del Vaticano

RAMON FOLCH

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«Si sigue así, volveré a rezar y regresaré a la iglesia». Ciertas o mero recurso retórico, son palabras de Raúl Castro, largadas en mayo pasado tras una entrevista con el papa Francisco. El presidente de uno de los últimos bastiones del marxismo-leninismo se plantea volver al catolicismo. O tal vez el Pontífice se ha acercado a la dialéctica histórica. O ha rescatado la generosa capacidad subvertidora del cristianismo, demasiado adormilada en las áulicas estancias vaticanas.

El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, Papa desde el 2013, demostró sus inquietudes sociales siendo obispo de Buenos Aires. Ahora se descuelga con una sorprendente encíclica ecologista. Comienza reproduciendo unos versos de Francisco de Asís pertenecientes al Cántico de las criaturas, escrito en 1224 en lengua úmbrica: «Laudato si’, mi’ Signore, per sora nostra matre Terra, la quale ne sustenta et governa» (Alabado seas, Señor, por nuestra hermana, la madre Tierra, la cual nos sustenta y gobierna).

El Francisco franciscano inicia con este canto su carta magistral, una encíclica sobre contaminación, cambio climático, agua, biodiversidad, inequidad, educación y ecología. Llega a hablar de «conversión ecológica», por lo que da dimensión ética al conocimiento ambiental. Me pregunto qué cara pondrá la reacción conservadora, porque la doctrina papal ya no es la que antes siempre ofrecía oportunas coartadas a su egoísta inmovilismo. Ahora, la cuestión ambiental es un tema moral. El peso de las encíclicas ya no es el que era. Sin embargo, que el Papa se preocupe más del cambio climático que de horadar preservativos, como su santificado predecesor, tiene su trascendencia. Los pecados de verdad, los de lesa humanidad, desplazan a las enfermizas obsesiones sexuales de los carcas anatematizadores. No es poco. ¿Verdad, señor Castro