tú y yo somos tres

Sordos con 'Sweet Lorraine'

FERRAN MONEGAL

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Durante todo el programa Salvados (La Sexta) fue sonando, constantemente, el tema Sweet Lorraine en la versión de Chet Baker. ¡Ah! Esta monotonía musical, este leit motiv del gran trompetista estadounidense adquirió en este programa un sentido demoledor y extraordinario: porque esa era la música que sonaba cuando Évole llamó al teléfono de asistencia de la Conselleria de la Generalitat valenciana. Marcaba el número, pero no contestaba nadie. Y saltaba automáticamente la música para dejar aparcados con este fondo musical a los miles de ciudadanos con dependencias graves. Sin respuesta. Sin posibilidad de pedir ayuda. Sin opción a reclamar nada. Sin molestarse en contestar. Sweet Lorraine enchufado y marchando. O sea, ya se cansará de esperar el ciudadano, colgado del teléfono. Ya acabará abandonando toda esperanza. ¡Ahh! Este ha sido a mi juicio el gran golpe de Évole y su equipo, el gran retrato, la síntesis demoledora y exacta de lo que está pasando con los pobres afectados por la Ley de Dependencia: recortados, ninguneados, enchufados a un teléfono que no soluciona nada porque solo emite música enlatada. Al final, cansado de tanta sordera, acabó Évole llamando al teléfono personal de Jorge Moragas, jefe del gabinete de Rajoy. Consiguió que hablase unas palabras, sí, pero fueron unas frases para excusarse y colgar. Les remito al artículo que ayer el propio Jordi Évole escribió al respecto en este diario. Y en ese autismo político y administrativo intolerable, fueron apareciendo en pantalla los nombres de los -en teoría servidores públicos- que no han querido participar, ni ponerse al teléfono, para hablar de ese millón largo de ciudadanos que en este país sufren dependencia y no obstante se ven privados de sus derechos. Los que se han negado son los que detentan los siguientes cargos públicos: la vicepresidenta del Gobierno, la ministra de Sanidad y Servicios Sociales, el ministro de Economía, el ministro de Hacienda, el secretario de Estado de Hacienda, la secretaria de Estado de Presupuestos y Gastos, el presidente de la Generalitat Valenciana, el director general del IMSERSO, la consellera de Bienestar Social, el portavoz de la Comisión de Discapacidad y el portavoz de Sanidad del PP.

Encerrados en su burbuja elitista, esta nueva aristocracia ha transformado su condición de servidores públicos en pura sordera musical: se esconden tras el Sweet Lorraine de Chet Baker, y viven tan campantes.