Rajoy y el sopor

Rajoy afronta la crisis política con Catalunya alternando mensajes de nulo calado con el mismo discurso desde hace media década

Mariano Rajoy, en la rueda de prensa que ofreció tras el último Consejo de Ministros del 2016.

Mariano Rajoy, en la rueda de prensa que ofreció tras el último Consejo de Ministros del 2016. / periodico

CRISTINA PARDO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mariano Rajoy lo solventa casi todo con frases del tipo "en esta vida conviene no perder de vista la realidad" o "la realidad es implacable, está ahí". Esa es la manera sofisticada que tiene el presidente del Gobierno de decir que "un plato es un plato y un vaso es un vaso". Da igual el asunto que se traiga entre manos. Lo mismo le sirve para hablar de fútbol o lluvia, que de temas tan delicados como el que nos ocupa y nos ocupará en el 2017: Catalunya.

Resulta bastante frustrante ver el ritmo tan radicalmente diferente con el que encaran la amenaza de la independencia Rajoy y la Generalitat. Por un lado, Puigdemont, animado por ERC y la CUP, aprueba leyes, se pone plazos y se pasa de frenada estableciendo la victoria en la mitad más uno. En el otro lado tenemos a Rajoy, probablemente el presidente con más pachorra de nuestra democracia. Tradicionalmente, el líder del PP ha acabado con todos los que le resultan molestos aplicando una simple fórmula: matarles de aburrimiento o de desesperación. Que se lo digan a Aznar, que pasó de ser el autor del milagro económico a ser multado por Hacienda con filtración a los medios incluida y a salir finalmente por patas de la presidencia de honor del partido sin que le llorara ni el bedel. Si esto sale bien, para qué arriesgar.

Rajoy afronta la crisis política con Catalunya alternando mensajes de nulo calado como el de la vajilla con, solo si se pone profundo, el mismo discurso desde hace media década, a pesar de que la situación no es ni de lejos similar. Me parece imposible encontrar a un solo ciudadano que no haya escuchado nunca aquello de "la unidad de España es innegociable". ¿Y qué más? Porque creo que Puigdemont también lo ha escuchado entre 80 y 112 veces y ahí sigue. ¿Qué ofrece Rajoy no ya a los dirigentes, sino a los ciudadanos catalanes que se quieren independizar? ¿Es gancho suficiente el espot de Soraya Sáenz de Santamaría montándose por allí un despacho? Pues a juzgar por el balance del año que ha hecho el presidente del Gobierno en las últimas horas y las perspectivas con las que afronta el 2017, parece que habrá un poco más de lo mismo. Creo que puede ganar la batalla del sopor, pero no la de la opinión pública partidaria del referéndum.

EL DISCURSO DE LA DESCONEXIÓN

Casi nadie niega ya en el PP que el discurso de los independentistas ha sido mucho más sugerente y atractivo que el de los partidos contrarios al referéndum. Recuerdo un mitin de la última campaña autonómica en una universidad, en Barcelona. Aquel día los candidatos de Junts pel Sí les dijeron a cientos de jóvenes que era necesaria la desconexión de España para --textualmente-- poder comer lo que quisieran, vestirse como quisieran y hacer el amor las veces que quisieran. No es que la parrafada estuviera muy elaborada. De hecho, era más bien un discurso de qué me está usted contando. Pero claro, comprendo que para mucha gente, llegados a este punto, suena más apetecible lo de jalar y desvestirse que lo de "la soberanía es de los españoles".