Sopla

El ingeniero Narcís Mir dejó fijada, en el 2004, la diferencia entre macropeligros y micropeligros. En un texto muy vigente (fundacio-ides.org), Mir hace dos distinciones. Que no es lo mismo riesgo que amenaza, el primero puede ser natural (terremoto) y la segunda es por error humano (vacas locas). La tesis central es que la ciencia fija los riesgos y la población los percibe. Prevenir el micropeligro genera decenas de burócratas. Ante una amenaza global las instituciones la minimizan, luego la legalizan y finalmente apelan a la resignación.

Los accidentes de tráfico generan la ofensiva de los gobernantes hacia la responsabilidad del conductor. El resultado es el control de alcoholemia y la exigencia de soplar. El micropeligro se atribuye al conductor. En cambio, la amenaza global del calentamiento del planeta se carga sobre la industria, y entonces se hace soplar al coche en una estación de ITV. Como advirtió Mir hace lustros, ese macropeligro apenas tiene predicamento entre los conductores, cuyo principal interés es la eficiencia del carburante. Bien lo refleja que VW tampoco ha tenido la caída de ventas pronosticada. Con un punto de fariseísmo, los afectados del dieselgate piensan más en compensar sus bolsillos que en los de la atmósfera.