El cuerno del cruasán

Son otras prioridades

JORDI PUNTÍ

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Pregunta: además de afeitarse, ¿qué tienen en común Mario Vargas Llosa, Gregorio Morán, Ramón de España, Javier Cercas, Antonio Muñoz Molina, Jordi Llovet Fernando Savater? Pues que todos, en los últimos meses, han escrito algún artículo crítico con el proceso soberanista en Catalunya o han expresado su preferencia por una España unida. Y lo han hecho en medios de gran difusión. Aunque todos parten de ideas más o menos progresistas o liberales, cada uno lo ha hecho con argumentos propios. Están los constitucionalistas. Los que proponen federalismo. Los que avisan del peligro de los nacionalismos. Los que hacen ejercicios de nostalgia o intentan tocar la tecla sentimental. Los que... Da igual. Si paso lista, no es para dar ningún juicio de valor (a los que no respeto intelectualmente, o que me parecen propagandistas del PP, ni los nombro), sino para confirmar otro detalle que les une: tienen más de 45 años. Superaron hace tiempo la edad media del hombre, «la más salvaje de todas», dijo Lord Byron.Sobra decir que los que escriben en los periódicos catalanes a favor de la independencia, incluso de forma monotemática, también darían para una alineación de veteranos, pero a su vez se pueden leer opiniones de gente más joven. Quizá porque les pagan peor (la crisis, las ventas) y el acceso es más fácil, o quizá porque el entusiasmo por el cambio les hace más insistentes.

Embarrarse en la miseria moral

El caso es que se echa de menos una opinión joven que defienda con criterio seguir en España. Hay que ir a internet y embarrarse en la miseria moral hasta llegar a blogs o informativos como eldiario.es. Entonces a menudo me parece que los argumentos de los jóvenes son más razonados, menos a la defensiva o marcados por prejuicios. Su realidad es más inestable y sus prioridades son otras. También percibo que en España hay un gran tapón generacional, y no se debería descartar que más de un articulista apoltronado escriba con ansiedad, contra un mundo privilegiado que se hunde -el suyo- y confundiendo, como se solía decir, el tocino con la velocidad.