Pequeño observatori

Son ellos y ellas, ni verdes ni maduros

En la actualidad, la definición de 'mujer' y 'chica' es imprecisa en el lenguaje popular

Un grupo de mujeres participa en un taller de costura con el objetivo de recuperar prendas usadas.

Un grupo de mujeres participa en un taller de costura con el objetivo de recuperar prendas usadas.

JOSEP MARIA ESPINÀS

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Iba pasando páginas del diario y, como de costumbre, me he parado cuando he llegado a la de las esquelas. No espero, naturalmente, hallar la mía. Los que somos partidarios de practicar la lectura como fuente de placer e información, admitiremos que la lectura de nuestra defunción nos está prohibida. La leerán otros, quizá no muchos. Quizá los que, como yo, están resbalando por la última pendiente del tiempo.

El hecho es que, dando un vistazo a una página que anunciaba defunciones había dos que me han llamado la atención. No se trataba de parientes ni conocidos míos. La singularidad, para mí, era que en el encabezamiento de una esquela figuraba «Señora» y en otra figuraba «Doña». Las otras esquelas empezaban simplemente por el nombre de pila: María, Juana...

Pienso que ha pasado de moda que el marido presente a su esposa como «mi señora». En otros tiempos lo decían así muchos señores, hasta que se fue imponiendo, como más natural, decir «mi mujer». El tratamiento había cambiado, pero se mantenía la idea de dominio. Porque «mi» y «mío» son unos adjetivos indiscutiblemente posesivos. Mi casa, mi coche, mis zapatos.

DUEÑA Y 'MESTRESSA'

En español hay una palabra muy indicativa de propiedad: «mi dueña». Es la 'domina', la que domina. En catalán el significado de poder se disimula un poco con la palabra 'mestressa'. Todavía hay gente que conserva el léxico de origen rural y ante una propuesta dice «lo consultaré con la 'mestressa'».

Pero la autoridad femenina se ha conservado a lo largo del tiempo en textos que hablan de «nuestra dama». Y un ejemplo indiscutible de poder femenino es el nombre que identifica la imponente catedral de París: Notre Dame.

Hoy, en el lenguaje popular, 'mujer' y 'chica' son definiciones imprecisas. En principio deberíamos decir «chica» a una persona joven y «mujer» a una persona madura. Pero la distinción es arriesgada. Pienso que seremos más simpáticos si practicamos habitualmente el chico-chica. El vestuario ya nos ayuda a rejuvenecer a todos.

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