Son días de listas

Unos a un lado, los demás al otro. La peligrosa simplificación de una complejidad que nos define

Eduardo mendoza, en el Paraninfo de la universidad de Alcalá de Henares

Eduardo mendoza, en el Paraninfo de la universidad de Alcalá de Henares / periodico

Emma Riverola

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Hay una lista de los que se emocionan cantando 'Mediterráneo' y 'Campanades a mort', de entusiastas de Jaume Cabré y Eduardo Mendoza, de los que ya se preparan para la próxima película de Isabel Coixet o Cesc Gay y el concierto de Txarango o Roba Estesa o Itaca Band, sin que les importe si estos o aquellos se declaran independentistas o lo contrario. 

Hay una lista de los que han heredado lamentos viejos de la guerra civil, heridas con cicatrices mal curadas. Lágrimas que no saben de los frentes llorados, pero sí de hambre y de miedo, de represalias y envidias resueltas a punta de pistola, de huérfanos y padres sin hijos, de hospicios, piojos, sabañones y golondrinos. También de solidaridad envuelta en 'mocadors de fer farcells'.

Hay listas de los que aún guardan en un cajón un panfleto impreso en ciclostil, en cuyas letras rotas y emborronadas recuerdan que creían leer todas las verdades. Pasaron los días en los que el temor y la ilusión conformaron la pócima efervescente. Se acabaron las burbujas, el brebaje se tornó amargo y hasta se nos rompió el vaso que lo contenía. Pero, a veces, suena 'Al vent' y un regusto a ilusión aún invade el paladar. 

Hay listas de los que miran a su alrededor y solo ven interrogantes. Lo cuestionan todo y se preguntan, nos preguntan, si solo hay un modo de ver el mundo. Entusiastas, rebeldes, inquietos, rasgan una guitarra y entonan nuevos himnos. Porque las letras cambian, también la melodía, pero el aliento es el mismo.

Hay más, muchas más. La lista de los que su país empieza y acaba en las fronteras de su piso, en la gente que ama, en los proyectos que se desperezan o, simplemente, en una tarde junto a la ventana con un poemario de Joan Margarit en las manos.  

Son días de listas. Días de brocha gorda con solo dos botes de pintura. Unos a un lado, los demás al otro. La peligrosa simplificación de una complejidad que nos define. La golosina de los que buscan enemigos para crecerse. El resbaladizo paso del sueño al desvarío. 

Son días de listas. Que no llegue la noche. Que no se conviertan en bandos.