Al contrataque

Sombras

MANEL FUENTES

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La Unión Europea no existe. No es solo que los estados se resistan a ceder soberanía a favor de un proyecto compartido con una política fiscal, idénticas prestaciones de desempleo o la misma edad de jubilación. Es que además hoy no se cumple ni el tratado de Schengen por el que 27 países aceptaron la libre circulación de personas en la mayoría del continente. Vivimos desconcertados entre alambradas, con el tren del euro a punto de descarrilar, viajando en vagones de primera o de segunda en función de cómo nos lucen los números. Seguimos instalados en el tanto tienes, tanto vales. No somos europeos. Somos griegos o alemanes. Somos acreedores o deudores. Nuestra moneda es un invento defectuoso que conviene ir aguantando, pero Europa no funciona construida desde el bolsillo. La nula política común en inmigración nos llena de vergüenza ante los ojos de los refugiados y ante la historia.

Europa es ya solo una bella palabra que nos embriagaba, ya que por el simple hecho de mentarla parecía que la libertad, los derechos sociales, la cohesión o la cultura eran luces que nos alumbraban al instante. Y no era así. Muchos lucharon antes para ganarlas, y lo hicieron asumiendo también sus sombras. Solo eres cuando asumes y defiendes lo que eres. Con generosidad, exigencia, responsabilidad, lucha y trabajo. El bienestar siempre va de la mano del esfuerzo. La paz siempre va al lado de la lucha por la convivencia. Nada es gratis. Y solo nos mereceremos aquello por lo que hayamos luchado. La libertad, la solidaridad o la justicia tienen su peaje, su parte menos amable, y ya va siendo hora que entendamos que luces y sombras van de la mano. Si no, Europa va camino de convertirse en un inerte parque temático de Bansky.

Lean a Houellebecq

Mientras discutimos si podemos acoger o no a los refugiados y bajo qué régimen y prestaciones, mientras hacemos números para calcular si la ayuda va a alterar nuestros objetivos de déficit; mientras aplazamos al 8 de octubre una cumbre sobre la materia cuando la ayuda debería de ser inmediata, también nos olvidamos de que en Siria se están vulnerando nuestros valores e ideales.

Pero de nuevo surge la frustración: si no somos capaces de coordinarnos en ayudar a los refugiados, cómo seremos capaces de coordinarnos para una respuesta armada al tirano de Bashar el Asad y al Estado Islámico a la vez, para que los sirios recobren su hogar. No hace tanto que vivimos la vergüenza en los Balcanes, hasta que EEUU tomó el mando una vez más. ¿A quién esperamos? Estamos en el frenopático, mirando compulsivamente la calculadora en vez de mirar al mundo de cara. No sabemos quiénes somos ni qué defendemos. Lean a Houellebecq y piensen qué es ser europeo hoy. Qué deberes y obligaciones deberíamos asumir. Qué luces y qué sombras.